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hombres y mujeres, con el rostro de la misma emisaria, la<br />
esperaban envueltos en capuchas negras. Sin decir nada,<br />
la saludaban como quien ha estado esperando una enviada<br />
desde hacía mucho. Situados en dos fi las, se hallaban a tal<br />
distancia que cada cual podía susurrarle sus asuntos a la mujer<br />
pájaro sin que nadie oyera. Toda vez que uno de estos seres<br />
le hablaba señalaba, hacia el fondo de las fi las, una especie<br />
de pared cóncava negra y reluciente que a veces mostraba<br />
báculos milenarios llenos de poderes inimaginables; libros<br />
antiquísimos donde se hallaba lo que era posible de conocer<br />
y más allá; aulas con aplicados aprendices de lo oculto; o bien<br />
vastos territorios sin enfermedades ni sufrimiento, al ser<br />
regidos por la magia. Un mundo perfecto excepto porque<br />
sus habitantes no tenían brillo en los ojos, lo cual hacía claro<br />
para Gorgala que nadie ahí había elegido lo que los seres de<br />
capucha negra le mostraban sino que eran esclavos de tan<br />
aparente maravilla.<br />
Antes de que la emisaria pudiera refl ejar sus<br />
pensamientos, siquiera con una contracción del rostro,<br />
apareció hacia el fondo un ataúd terroso con un cuerpo con<br />
una gota de sombra por capucha. A un lado, un hombre<br />
alto y fuerte, de expresión feroz, siempre con el rostro de<br />
Gorgala, sostenía dos cimitarras formando un aspa sobre el<br />
pecho. Otra criatura, hacia la cabecera, se le presentó como<br />
si fuera el propio padre de la mujer pájaro, invitándola a<br />
acercarse con una desmedida amabilidad. Al otro costado,<br />
una mujer, con la cara idéntica a la emisaria, se limitaba a<br />
ver hacia el cuerpo, como quien se despide para siempre, o<br />
bien espera el retorno luego de un largo viaje.<br />
De pronto, los encapuchados rompieron fi las, rodearon a<br />
Gorgala y comenzaron a pedirle que los ayudara a revivir al<br />
del ataúd. Paternales súplicas, sugestivos gemidos, miradas<br />
casi piadosas, que intentaban ejercer un poder mágico, no<br />
lograban aminorar el salvaje deseo que tenían para que la<br />
mujer pájaro utilizara su magia. Sin darse cuenta, Gorgala<br />
se vio frente al ataúd en el momento en que la mujer de la<br />
cabecera, el que se parecía demasiado a su propio padre,<br />
y el guardián, levantaban la capucha negra del preciado<br />
cuerpo.<br />
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