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El municipio: una institución diseñada para el fracaso

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movilidad y Competitividad<br />

Adriana Lobo<br />

De acuerdo a datos de INEGI, en 1990 <strong>el</strong> 71.3% de los mexicanos<br />

vivían en zonas urbanas. Para 2010 esta cifra era de casi 78%. 50<br />

Este continuo proceso de urbanización ha venido acompañado de<br />

importantes avances en las condiciones de vida en la población. Los<br />

resultados de los censos muestran que entre 1990 y 2010 <strong>el</strong> porcentaje<br />

de viviendas con suministro de agua entubada aumentó d<strong>el</strong> 80 al 89%.<br />

En <strong>el</strong> mismo periodo, la proporción de viviendas con drenaje pasó d<strong>el</strong><br />

62% al 89%, y la de viviendas con energía <strong>el</strong>éctrica d<strong>el</strong> 88 al 98%. 51<br />

Desafort<strong>una</strong>damente, estos avances en la provisión de servicios –y<br />

por lo tanto en la calidad de vida de la población- han sido eclipsados<br />

por <strong>el</strong> continuo deterioro en las condiciones de movilidad al interior<br />

de las ciudades. <strong>El</strong> mod<strong>el</strong>o de desarrollo urbano, desprovisto de <strong>una</strong><br />

planeación adecuada o de <strong>una</strong> regulación eficaz, ha resultado en <strong>una</strong><br />

expansión urbana dispersa y de baja densidad. Un síntoma de <strong>el</strong>lo es<br />

la aparición de cientos de conjuntos habitacionales en las periferias<br />

urbanas. Estas viviendas se ubican lejos de las fuentes de trabajo,<br />

educación y recreación, aisladas d<strong>el</strong> tejido y equipamiento urbano<br />

y desconectadas de las redes de movilidad. Los resultados de esta<br />

situación son bien conocidos: un aumento en la participación d<strong>el</strong><br />

automóvil particular en <strong>el</strong> reparto modal urbano; altos y crecientes<br />

índices de congestión vehicular; mayores tiempos de traslado al<br />

interior de la ciudad; incremento en las emisiones de gases de efecto<br />

invernadero; deterioro d<strong>el</strong> espacio público; aumento en <strong>el</strong> número<br />

de víctimas de accidentes de tránsito; y un largo etcétera de factores<br />

que reducen la calidad de vida de los residentes urbanos d<strong>el</strong> país.<br />

Este proceso de deterioro también perjudica las condiciones de<br />

competitividad d<strong>el</strong> país. Las ciudades con deficientes sistemas de<br />

movilidad son poco competitivas en <strong>el</strong> mundo contemporáneo, y ese<br />

lamentablemente es <strong>el</strong> caso de la mayoría de las urbes mexicanas.<br />

Los altos niv<strong>el</strong>es de congestión vehicular no sólo encarecen <strong>el</strong><br />

traslado de bienes y personas sino que también generan la pérdida<br />

anual de millones de horas hombre. A lo anterior se deben sumar<br />

las 24 mil vidas que cada año cobran los accidentes de tránsito en <strong>el</strong><br />

país52 –la principal causa de fallecimientos de niños y de personas en<br />

edad productiva. De igual modo se deben considerar las 14 mil 700<br />

muertes anuales asociadas a la mala calidad d<strong>el</strong> aire, 53 que es en<br />

gran medida generada por las emisiones de vehículos motorizados.<br />

TRANSPORTE<br />

Las ciudades dispersas y extensas son poco eficientes desde<br />

<strong>el</strong> punto de vista de la gestión local. <strong>El</strong> costo de provisión y<br />

mantenimiento de su infraestructura, equipamiento y servicios es<br />

alto en r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> de ciudades compactas. <strong>El</strong> resultado de lo<br />

anterior es un <strong>el</strong>evado costo de vida, o bien <strong>una</strong> baja calidad de<br />

los bienes públicos antes mencionados. Cabe resaltar que estos<br />

costos recaen desproporcionadamente sobre los habitantes de<br />

menores ingresos, que tienden a vivir en los desarrollos periféricos<br />

de las zonas urbanas. En ciudades con estas características, la<br />

segregación espacial de grupos sociales puede ser caldo de cultivo<br />

<strong>para</strong> la aparición de diversos problemas sociales.<br />

Desafort<strong>una</strong>damente, la respuesta de las ciudades mexicanas ha<br />

carecido de la consistencia y coherencia que <strong>el</strong> problema demanda.<br />

Así, iniciativas de impacto positivo, como la creación de corredores de<br />

transporte público, la construcción de ciclovías, o la implementación<br />

de sistemas de bicicletas públicas, conviven con un mod<strong>el</strong>o de<br />

desarrollo urbano basado en la construcción de grandes vialidades<br />

-como los segundos pisos de periféricos en <strong>el</strong> DF- que en la práctica<br />

no hacen más que incentivar <strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> automóvil particular. Esto,<br />

sumado a políticas federales como <strong>el</strong> subsidio a la gasolina –que en<br />

2011 costó casi 166 mil millones de pesos al país54-, la exención<br />

de impuestos a vehículos económicos, y las facilidades otorgadas<br />

<strong>para</strong> la importación de automóviles usados, conforma un escenario<br />

donde las políticas públicas en materia de movilidad frecuentemente<br />

apuntan en <strong>el</strong> sentido contrario de las necesidades d<strong>el</strong> país.<br />

Sin embargo, y a pesar d<strong>el</strong> panorama poco alentador, aún es posible<br />

rectificar. Otro mod<strong>el</strong>o de desarrollo urbano, que considera la<br />

movilidad sustentable como eje <strong>para</strong> la creación de ciudades más<br />

eficientes, incluyentes, seguras, competitivas, y más amables con<br />

sus habitantes y <strong>el</strong> medio ambiente, es posible. Se trata de cambiar<br />

no sólo la manera en que nos movemos en la ciudad, sino también<br />

la manera en que estas urbes se han pensado y construido en las<br />

últimas décadas. Para <strong>el</strong>lo es fundamental establecer <strong>una</strong> política<br />

pública de movilidad urbana, que considere -a niv<strong>el</strong> federal, estatal<br />

y municipal- un marco institucional, normativo y financiero orientado<br />

a fomentar la creación de sistemas integrados de transporte público<br />

y no motorizado, a promover un uso más racional d<strong>el</strong> automóvil<br />

particular, y a hacer más eficientes las redes de transporte de carga.<br />

Esta visión integral de la movilidad, que considera tanto los medios<br />

de transporte como <strong>el</strong> entorno urbano donde estos se desarrollan,<br />

debiera fijarse cuatro grandes metas <strong>para</strong> <strong>el</strong> mediano y largo plazo:<br />

PROPUESTAS PARA LA GESTIÓN PROFESIONAL DE LAS CIUDADES<br />

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