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Francisco J. LaportaLo importante, como antes decía, es que al exigir tanta presenciainmediata de todos los electores en la decisión se acaba por traer aprimer plano la idea del referéndum o del plebiscito. Y lamento tenerque decir que, dejando a un lado momentos y decisiones muy excepcionales,tales métodos de decisión son la quintaesencia del simplismoy la perentoriedad política. El tener que decidir con una respuesta tajantey precisa problemas intrincados o textos complejos acaba portransformar la consulta en una pugna de personas en busca del favordel público. El grado de alienación que se alcanza usualmente con losreferenda se muestra en que siempre acaban transformándose en unplebiscito sobre quienes los proponen (como ha pasado hace bien pocohasta en la cívica y educada Dinamarca). Y no en vano son el únicoinstrumento de consulta de que gustan los dictadores. Ni qué decirtiene que son también el marco político preferido por los demagogosde la información, que pueden crear el caldo de cultivo adecuado parasacar adelante cualquier cosa: desde la pena de muerte hasta el tipode farolas de la Plaza Mayor. Lo malo que tienen, además, es que esefestín de precipitaciones y apriorismos en que suelen convertirse adquiere,sin embargo, todo el aire de la consulta democrática más pura,y su resultado se transforma en un hito que no puede ser removidomás que con otro referéndum y otro festival de sinrazones y apelacionesal hígado. Entretanto, naturalmente, ninguna deliberación. Y nosólo eso. También presentan algunos inconvenientes colaterales: sise quieren hacer sólo cuatro o cinco anuales (¡qué menos para depuraruna democracia tan deficitaria como la que sufrimos!) resultaque salen muy caros y difíciles de organizar, interceptan gravementeel trabajo cotidiano de los partidos y los representantes, pueden producirquiebras de legitimación que aboquen con frecuencia a nuevaselecciones generales y, como se comprobó en Italia no hace muchosaños, hartan a la gente de deliberación, de discursos y en definitivade democracia.Casi no me atrevo a escribir algo que, sin embargo, creo quedebe ser dicho: que la mayoría de la gente ignora casi todo sobremuchos de los temas importantes que se le someten a discusión: laentrada en la OTAN, la idea de un Banco Central Europeo, el sistema102

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