José Rubio Carracedo¿Dónde está la escuela de democracia de los españoles? En la práctica,en los medios de comunicación. Pero estos medios se limitan areflejar acríticamente los usos de la democracia realmente existente.Entre otras cosas, porque tampoco en las facultades de Ciencias de laInformación se imparte una materia que estudie seriamente la Constituciónespañola. Y de sobra es sabido que el neoliberalismo predominaampliamente, sobre todo en los medios audiovisuales. Y, sin embargo,un libro como el de R. Dahl La democracia. Una guía para los ciudadanosdebería ser familiar para la mayoría de los españoles si efectivamenterecibiesen una educación política.Con la reflexión democrática mínimamente educada los ciudadanosdejan de ser los entes pasivos y resignados que reflejan las encuestasque intentan medir el nivel de interés participativo en la política. Porquese sobrentiende —¿cómo no?— que se trata de participar en lapolítica realmente existente, la única que conocen. Pero tampoco seprecisan niveles máximos de espíritu cívico para hacer posibles lasreformas imprescindibles para devolverle a la democracia su sentido,como falazmente argumentan los defensores del statu quo liberalrepresentacional. Lo decisivo es comenzar el proceso de reformas delsistema con la sensibilización democrática, por dos razones: primera,porque sin sentido democrático no es posible ser demócrata ni exigirdemocracia y, por tanto, resulta imposible iniciar reforma alguna si losciudadanos son incapaces de entenderla y apoyarla; y segunda, porqueuna vez iniciando el proceso se produce una retroalimentaciónincesante entre la cultura y la participación, como luego apuntaré.b) ¿Por qué no un código ético para políticos demócratas? Cadavez me parece más obvio que la situación actual de los partidos políticosdemanda con urgencia un código ético de conducta similar al queestá vigente, con aceptables resultados, pese a todo, en el ámbito dela publicidad o del periodismo, como en toda profesión seria. ¿Por quéva a ser la política, y más la democrática, el único campo en que selegitima el “todo vale” con tal de conseguir el éxito? El mal llamadorealismo político —que, en realidad, es naturalismo prepolítico— havenido exigiendo tan dudoso privilegio, que encontró en Schumpeter auno de sus más influyentes y estimados portavoces al asimilar el mé-88
¿Cansancio de la democracia o acomodo de los políticos?todo democrático al método económico, aunque otorgándole al primerouna permisividad casi total, con exclusión de la violencia,pretendidamente a causa de su naturaleza especial. Esta nefasta herenciaschumpeteriana, pese a su tufillo maquiavélico, ha pesado decisivamenteen la legitimación de modos y comportamientos repelentesen cualquier otra actividad humana digna de tal nombre.Precisamente, ahí radica el error. Es muy frecuente considerar loscódigos éticos, sobre todo los profesionales, como una serie de cortapisasexternas a la propia profesión, que vienen a limitar su libertadde movimiento y de acción. Y, sin embargo, los códigos éticos selimitan a señalar la lógica de la acción profesional a medio y largoplazo, permitiendo iluminar decisivamente las confusiones y desvaríosque provocan la mera consideración del presente y del cortoplazo, en los que el “todo vale” parece el enfoque más eficiente.Justamente, el código ético de la publicidad comercial ilustraelocuentemente cómo sus pautas —aceptadas por el colectivo comoun autocontrol consensuado— no sólo señalan la lógica de la acciónpublicitaria, sino que significan la salvaguarda de la profesión: ¿paraqué serviría una publicidad sin autocontrol? ¿Quién le daría el menorcrédito? El “todo vale”, que podría parecer exitoso por un momento,conduciría directamente a su desaparición.Pues bien, mi tesis es que la política democrática sufre un gravísimodeterioro justamente porque carece de un código ético de conductademocrática. Ello ha sido posible porque se ha venido confundiendo lapolítica cruda con la política democrática. La primera traza las reglasde la adquisición y mantenimiento del poder como realidad natural(poder como dominación), ajena a todo contrato social; pero la segundatraza las reglas del poder consensuado, esto es, del poder democrático,el único legítimo entre nosotros. Las constituciones democráticasmarcan las reglas del juego y todo lo que se haga al margen de talesreglas es juego sucio, desleal e ilegal (aunque el nuevo Código Penalde la democracia tampoco lo sancione).No es éste el lugar para formular el código ético del político demócrata,pero bastará una aproximación desde el código de la publicidadcomercial. ¿Qué les parecería a nuestros políticos demócratas, y no89
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