Félix Ovejero Lucas(de la deliberación), que, en principio, no ignoran a nadie, aun si no estápresente, sino de la negociación de intereses. Si existen individuos queno tienen capacidad de negociación porque no votan, sus intereses noserán tenidos en cuenta. Si, además, esos individuos que no puedenhacer oír su voz, están en condiciones de pagar la factura de las ofertaspolíticas, el sistema apuntará contra ellos. Los ciudadanos de otros paísesy las generaciones futuras constituyen un ejemplo paradigmático detales individuos. La lógica de la competencia impone ignorar sus intereses.Un político que les diga a los ciudadanos que la economía crecerámenos, que existirán menos bienes de consumo, en atención a cuidar elmedio ambiente, no llegará nunca al gobierno. Si asumimos, conel modelo liberal, que los políticos y los ciudadanos carecen de disposicióncívica, la maximización de los votos impone su ley. Un político quepueda prometer crecimiento y mercaderías, esto es, bienes bien precisos,que serán pagados por las generaciones futuras, no podrá dejar dehacerlo si quiere que su producto tenga compradores.3. El mercado político presenta los rasgos propios de los mercadosde información asimétrica responsables de que se produzcan resultadosindeseables e ineficiencias. La teoría económica ha mostrado consolidez que los mercados tienen resultados patológicos en escenariosen donde el oferente sabe lo que vende y el comprador no sabe lo quecompra. 12 Los ejemplos típicos se refieren a la adquisición de serviciostécnicos (abogados, médicos, mecánicos). El que adquiere losservicios no tiene ningún modo de controlar sin costos (de otro modo,¿para qué compraría sus servicios profesionales?) la actividad de aquelque, en principio, tiene a su servicio. Y éste, por su parte, no tieneinterés ninguno en realizar una tarea que supone mayores costos ymenores beneficios si se realiza con mayor pulcritud, a sabiendas de12 Sobre su alcance (muestra que “buena parte del la economía tradicional estáasentada en arenas movedizas”) e implicaciones (por ejemplo: “la separación estándarentre eficiencia y equidad resulta insostenible con información imperfecta”, esto, casisiempre): STIGLITZ, J., “The Contributions of the Economics of Information to TwentiethCentury Economics”, The Quarterly Journal of Economics, noviembre, 115, 4, 2000.128
Democracia liberal y democracias republicanasque su cliente es incompetente —por eso lo contrata— para determinarsi cumple o no. Porque, no se olvide, por detrás sólo opera elinterés, el único combustible que alimenta el sistema. Pues bien, enuna situación parecida se encuentran el oferente/político profesionalcon capacidad discrecional y el votante/consumidor que no sabe lo queadquiere. El parlamentario no recibe instrucciones para la realizaciónde tareas precisas. El mismo decide la naturaleza del producto. Másabajo, al examinar las dificultades de la democracia republicana elitista,se volverá sobre otras implicaciones de esta asimetría.Es importante destacar el supuesto de fondo sobre el que opera lademocracia de competencia liberal: la ausencia de consideraciones normativas.13 La calidad de las preferencias o la justicia de las demandasresulta irrelevante. En circunstancias normales, en virtud de sus reglasde funcionamiento, los intereses de una minoría poco influyente se verándesatendidos mientras que los de un importante grupo de presiónjamás serán descuidados. Desde una perspectiva genuinamente liberalno se busca la decisión más justa, que obligaría a comprometerse conideas (de bien) que violarían la neutralidad estatal. La decisión que importa,la mejor decisión, es la que recoge los intereses de los más. Esmuy posible que, en condiciones ideales, se intente corregir una situaciónen donde hay un 80% de pobres y un 20% de privilegiados, pero nosucederá lo mismo con otra, en la que hay un 20% de excluidos y un80% de privilegiados y que puede incluso ser más injusta. En el parlamentose reúnen las preferencias diversas, reflejo de los diversos intereses,y se consideran según su respectiva fuerza.13 Por eso, cuando se quiere atender a consideraciones éticas, hay que violaralgún principio liberal. Así, quienes quieren tener en cuenta a las futuras generaciones,y asumen que las preferencias ciudadanas son las que se dan en el mercado político,ajenas a consideraciones de justicia o bien público, se ven obligados a violar laneutralidad liberal. Por ejemplo, Ph. Van Parijs, para evitar que el progresivo pesoelectoral de los ancianos tenga consecuencias perversas, cuestiona el sistema de“un hombre, un voto” y sugiere diversas propuestas que otorgan más peso a los másjóvenes (por ejemplo, las madres solteras podrían tener más votos, o ponderarsegún la esperanza de vida), “The disfranchisement of the elderly and other attemptsto secure intergenerational justice” (manuscrito). La justicia se ha de asegurar desdefuera de —y frente a— la democracia.129
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