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Félix Ovejero Lucascomo el petróleo, que una vez agotado desaparece para siempre. Hayque discutir esa tesis y, también, la última, la más fuerte. Basta conque una de ellas no se cumpla para que la deliberación elitista deje deasegurar las buenas decisiones. Se examinarán con algún detenimientoporque su crítica es a la vez un argumento en favor de la democraciarepublicana igualitaria. Empecemos por la última.V. EL MERCADO POLÍTICO COMO SELECTOR DE VIRTUDEl sistema de selección que acompaña a la democracia republicanaelitista no se muestra especialmente atinado para localizar la escasavirtud que necesita para su funcionamiento. La relación entre representantesy representados, en la que los primeros son elegidos por lossegundos, participa de una serie de características que hacen imposibleel reconocimiento de aquel tipo de comportamientos (elementalmentevirtuosos) que hacen posible la (buena) deliberación. Sucede que lossistemas de competencia electoral operan en unas condiciones que sealejan de los dos únicos escenarios en donde es posible la selección delos más excelentes.El primer escenario es, en principio, el modelo de tribunal de oposiciones,en el cual, los que eligen son, al principio, al menos, tancompetentes como los candidatos. Aquí opera el principio según elcual “para evaluar a los gestores se necesita conocer cómo se realizala gestión”. Este escenario está descartado por definición (premisa de ladiscontinuidad antropológica de la virtud) en el caso de los sistemas derepresentación que precisamente justifican la división del trabajo entrerepresentantes y representados porque “no todos están en condicionesde evaluar la gestión”. Si todos pueden hacerlo, no se entiendepara qué se necesitan las elecciones de representantes. Todos seríanigualmente virtuosos y estarían en condiciones de gobernar. La divisióndel trabajo no quedaría justificada en razones de eficiencia. ¿Por quéno utilizar, por ejemplo, un sistema rotatorio o de loterías para loscargos políticos que, después de todo es menos perverso (no se requiereel poder económico o el conspiratorio, siempre necesarios en el136

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