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Democracia liberal y democracias republicanasAquí voy a asociar, en general, la democracia republicana con lademocracia deliberativa. 16 Dicho esto, inmediatamente después hayque recordar que en el republicanismo siempre hay algo más que trazafrontera entre sus distintas versiones, entre las elitistas y lasigualitarias y participativas. Para las elitistas, las elecciones permitenreconocer a los más excelentes que, una vez en el Parlamento, abandonantodo sometimiento a la voluntad de sus electores porque no sonmandatarios que se limitan a seguir instrucciones ni tampoco embajadorescomprometidos con los intereses (particulares) de sus votantessino con el bien común. Los representantes, a la luz de los mejoresargumentos, cambiando de opinión si es necesario, adoptarían las decisionesmás justas. La deliberación sólo sería eficaz, esto es, permitiríatomar las mejores decisiones, si en ella participasen los másvirtuosos, los mejores. Otras tradiciones republicanas enfatizan ideascomo las de participación, igualdad de poder político o autogobierno,ideas que no se llevan bien con los modelos elitistas. En los sistemasde delegación de poder, por definición, el autogobierno desaparece y,también por definición, el representante y el representado no disponendel mismo poder: el primero puede proponer o rechazar leyes; elsegundo, sobre las leyes, nada puede decidir. 17El paralelismo con la democracia liberal empieza y acaba en la tesisde que la democracia asegura las mejores decisiones. En el caso re-Science Review, 91, 3. 1997; para una crítica de esa conexión: Doménech, A.,“Cristianismo y libertad republicana”, La balsa de la Medusa, 51, 1999). Para algúnintento de seguir el itinerario del concepto: Rodgers, D, “Republicanism: The Careerof a Concept” (The Journal of American History, Junio 1992) y el monumental ytortuoso Rahe, P., Republics Ancient and Modern, III vols., University of NorthCarolina Press, Chapel Hill, 1994.16 Y en la medida que, como se verá, la deliberación resulta imposible sin algúngrado de virtud, también cabría asociarla a la virtud. Y, por ello mismo, con laautorrealización, en la medida de la virtud tiene que ver con el ejercicio, con eldespliegue, de lo más excelente que hay en los ciudadanos.17 La desigualdad de (la posibilidad de ejercer) poder hace más probable laintervención arbitraria del político. Si coincidimos en que el republicanismo estácomprometido con la idea de libertad como no dominación (Pettit, P., op. cit.) , estoes, con la protección frente a la posibilidad del poder arbitrario, estamos obligados aconceder a la democracia republicana igualitaria mayores credenciales republicanasque a la elitista.131

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