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En defensa de la representación políticapues la voluntad de la nación es la misma voluntad de los diputados aquienes se reconoce el derecho a hablar y actuar en nombre de aquélla.Puede acusarse, sin duda, a los creadores de la Constitución francesade 1789-1791 de servir su propio interés. Comparto, en cualquier caso,la equilibrada opinión de Georges Burdeau respecto a que“los escritores revolucionarios concebían la representación nosólo como el acto del que derivaba la legitimidad de los gobernantes,sino también como el instrumento para unificar la voluntadnacional... Educados en el culto a la razón, confiados en las virtudesde la ilustración, sólo podían concebir como voluntad soberana unavoluntad mediata, reflexiva y unificada: esa voluntad de la que erainstrumento la asamblea de representantes (l’organe).”En consecuencia, tanto la vía inglesa como la francesa hacia elsistema de gobierno representativo se construyeron sobre la premisade que los representantes no eran y no debían ser delegados vinculadospor instrucciones imperativas ¿Por qué? La respuesta directa esque el Estado representativo no puede construirse ni ciertamente operarsobre la base de la teoría medieval de la representación: es decir,concibiendo la representación en términos del “mandato” de derechoprivado.Los parlamentos medievales no tomaban parte en el Gobierno: eranorganismos externos sin voz en el ejercicio efectivo del poder. Y tampocoeran órganos electivos: su carácter representativo era fruto de laestructura corporativa de la sociedad medieval. Por tanto, ¿de dóndesalía el poder que final y gradualmente consiguieron? Simplemente,del dinero. Los reyes necesitaban dinero para sus ejércitos (y paramantenerse en el poder), para lo cual convocaban periódicamente alos organismos de los “estamentos” con el fin de solicitar su ayuda enla exacción de recursos. Y los parlamentos premodernos descubrieronpoco a poco que podían negociar la concesión de estos recursos acambio de concesiones políticas. El punto de inflexión de este desarrollolento y discontinuo se produjo en Inglaterra con la afirmación delprincipio del “Rey en Parlamento” hacia finales del siglo XVIII. Con27

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