Félix Ovejero Lucasblemas, los desatienden. De un modo u otro, los procesos de socialización(el mundo en donde se vive) condicionan la percepción y la consideraciónde los retos a encarar.También sabemos que tenemos una disposición a considerar nuestrasconvicciones y pautas como naturales, como inamovibles o indiscutibles.Tales circunstancias tienen importantes implicaciones en laconfiguración de la oferta, del menú programático y, en consecuencia,en los objetivos a perseguir. Los políticos, casi todos varones y, por logeneral, procedentes de clases acomodadas, muestran escasareceptividad frente a los problemas de las mujeres y a los de otrosgrupos excluidos, a otras sensibilidades. 11 Los problemas no apareceránsi quienes tienen los recursos no padecen los problemas y quieneslos padecen no tienen recursos para entrar en el mercado político. Losintereses de éstos no podrán ser atendidos. Circunstancia que serámás la regla que la excepción: los faltos de recursos son los que acostumbrana tener los problemas (entre otras razones porque no puedencambiar de escenario a voluntad, trasladarse a otro trabajo o ciudad).Pero hay algo más, que afecta a las medidas, a las propuestas.Sucede que, aun si no se ignoran los objetivos y los problemas, haysoluciones que “ni se nos ocurren” y que, por tanto, no aparecen en laoferta política. Esta circunstancia tiene que ver con la sensibilidad conla que se aborda la intelección de los problemas. Cuando en inviernomueren decenas de personas en las calles de Nueva York, en la prensase lee que “han muerto de frío”. Se toma la pobreza como un dato y sedestaca “la novedad”, las circunstancias naturales que, por sí mismas,no acaban con la vida de nadie, como lo prueba el que, en ese mismolugar, muchos otros, con más recursos, sobrevivan sin problemas. Enesas descripciones, hay una elección acerca de qué es lo “natural” o lo“normal”, elección que tiene implicaciones prácticas. La acción política11 Una reciente investigación recogida en los periódicos mostraba que la“composición” lingüística del Parlamento de Cataluña (procedencia exclusivamentecatalana) tenía poco que ver con la diversidad (castellano y catalán) de la sociedadcatalana. No es temerario conjeturar que esa singular composición tiene susconsecuencias en la configuración de la agenda política.126
Democracia liberal y democracias republicanasconsiste en buena medida en establecer qué es lo que se puede cambiary qué es lo que no. Pero “qué se puede cambiar”, qué se da porsupuesto, y qué no, depende de “maneras de mirar” que están asociadasa las propias experiencias. Dadas las motivaciones de los empresariospolíticos, no virtuosas, y las condiciones de funcionamiento delmercado político, los recursos que se necesitan para ingresar, es casiseguro que ciertas iniciativas no surgirán.Hay otro mecanismo que impide la aparición de ofertas diferenciadas,reconocibles. Los partidos, que compiten por mercados de votos,si quieren acceder al poder han de intentar recoger en sus programasel mayor número de intereses. Ahora bien, en un mundo de interesesconflictivos, la defensa inequívoca de los intereses de unos fácilmenteatenta contra los intereses de otros. Puede que estos otros sean unospocos poderosos, pero precisamente por “poderosos” están en condicionesde ejercer su influencia sobre muchos votos, sea porque susproblemas arrastran a los muchos de los que ellos dependen, seaporque a través de su presencia (en los medios de comunicación, porejemplo) están en condiciones de redescribir las propuestas de talmodo que parezcan “problemas de la sociedad”. En esas circunstancias,la mejor estrategia para los empresarios políticos es ofrecer propuestasque no molesten a nadie, esto es, programas vagos, que nodicen nada. Los programas se convierten en cheques en blanco que ennada comprometen y que, por lo mismo, ni siquiera pueden ser objetode reclamación. De ese modo, se produce el conocido proceso de convergenciade los partidos hacia el centro. Los partidos resultan prácticamenteidénticos en la vacuidad de sus propuestas y la selecciónelectoral es antes entre élites que gestionan que entre proyectos degestión diferentes. Los consumidores no saben “lo que adquieren” porquelas ofertas ni siquiera precisan los productos.2. El sistema no recoge todos los intereses comprometidos en lasdecisiones. El buen funcionamiento de la democracia liberal exige quetodos los afectados por las decisiones puedan votar. Al igual que el mercadoignora toda demanda que no venga respaldada por dinero, el escenariopolítico sólo es permeable a la información avalada por votos. Alfin y al cabo, las decisiones finales no dependen de razones de justicia127
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