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En defensa de la representación políticasentación” es bien escasa, bien equívoca. Nosotros (los estudiosos)analizamos los sistemas electorales exclusivamente en función de la“representación exacta”, de que los votos se traduzcan de forma justay equitativa en escaños. La noción de representación subyacente aesta cuestión es, como he señalado inicialmente, la representatividad:un concepto que no tiene relación alguna con el modo de conseguirque el proceso de constitución de un Gobierno representativo sea selectivoy, por tanto, favorezca una buena representación. Es una asombrosaomisión que debe subrayarse.En toda la Edad Media y con posterioridad, se ha supuesto que lamajor pars, los muchos, debían elegir (y, por tanto, seleccionar) la meliorpars, la mejor, o (según Marsilio de Padua) la valentior pars, la máscapaz. Y el ancien régime se derrumbó porque el orden social basado enlos privilegios hereditarios no era ya aceptado. Nuestro mundo liberaldemocráticonació, por tanto, de la reivindicación del principio de que elgobierno por derecho de herencia o por la fuerza debe sustituirse por elgobierno del merecimiento. Por tanto, en nuestras democracias las eleccionesse concibieron inicialmente como un instrumento cuantitativo paraelegir entre opciones de forma cualitativa: así, en el nacimiento de nuestrasdemocracias las elecciones eran concebidas como un instrumento cuantitativodestinado a realizar elecciones cualitativas. Pero, con el tiempo,la regla de la mayoría se ha convertido en un rodillo. Las eleccionestenían por objeto seleccionar, pero se han convertido en una forma deseleccionar lo malo, sustituyendo un liderazgo valioso por un liderazgoimpropio. Podría pensarse, como he señalado, que esta evolución erainevitable. Aun así, la preocupación por los valores no puede darse porperdida en aras de lo inevitable, sino levantarse para hacer frente a estainevitabilidad. Sin embargo, Ernest Baker fue prácticamente el últimogran autor que recalcó, en 1942, que “no podemos abandonar la ideadel valor, no podemos entronizar la mayoría por el simple hecho de quesea... superior en cantidad. Hemos de encontrar alguna foma de conservarel valor con la cantidad”. En los 50 años siguientes, sólo ha habidosilencio.Sin duda, el que las elecciones “seleccionen” es una exigencia normativa.Pero la representación es también, en último término, una31

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