Félix Ovejero LucasCabría, por ejemplo, afirmar que la participación mejora las posibilidadesde (auto)realización de los ciudadanos, que asegura el desplieguede unos talentos sociales propiamente humanos; también se podríaapelar al autogobierno y a la igualdad de poder que, por definición,quedan seriamente limitados en toda forma de democracia electiva:en el acto de elección el ciudadano delega en otro la gestión de suescenario público y con ello de buena parte de su vida; el ciudadanosiempre tiene menos capacidad de decisión que un político que a sucondición de votante añade la posibilidad de votar sobre propuestas deleyes, de realizar propuestas y que toma decisiones en un parlamentoen donde su voto tiene mayor repercusión (uno entre cientos) que elde su representado (uno entre millones).La justificación que apela a la calidad de las decisiones, la ensayadaaquí, se soporta en dos premisas. La primera (premisa epistémica)establece una relación conceptual entre la deliberación y la calidad delas decisiones. 27 La segunda, (premisa democrática) asegura que lacalidad de la deliberación está relacionada con los procesosparticipativos. Las dos premisas presentan una naturaleza distinta. Lasegunda premisa es empírica, apela a condiciones causales. Se amparaen una serie de relaciones que nos permiten afirmar que, como seha intentado mostrar, a través de una serie de mecanismos (recogidade información, corrección de sesgos, disminución de la discrecionalidad delos representantes), la participación propicia la identificación y la buenaasignación de virtud y, con ello, mejora la calidad de la deliberación.Por el contrario, la primera premisa establece una relaciónpuramente conceptual: una correcta evaluación de las acciones a tomarrequiere atender a las mejores razones y éstas se calibran en unproceso de argumentación pública que permite corregir los juicios. Lacrítica a esta premisa ni siquiera se sabe muy bien en qué podríaconsistir: habría que proporcionar argumentos en contra de la argu-27 Hay un aspecto que no se menciona aquí y que también se refiere a la calidadde las decisiones que arrancan son preferencias deliberadas: la capacidad paraevitar los problemas de la agregación de preferencias en una voluntad generalconsistente: cfr. DRYZEK, J., LIST, C. “Social Choice and Deliberative Democracy: aReconciliation” (manuscrito); OVEJERO, F., “Mercado y democracia”, op. cit.148
Democracia liberal y democracias republicanasmentación. Conjuntamente, las dos premisas proporcionan una justificaciónconsecuencial de la democracia republicana igualitaria: la participaciónse justifica porque aumenta la calidad de la deliberación y,con ello, “maximiza” las buenas decisiones.La otra tarea se refiere a la traducción institucional. 28 Desde unpunto de vista general, el único que permiten estas consideracionesfinales, lo que importa es reconocer la existencia de diversas motivacionesen los ciudadanos y sugerir la posibilidad de configurar las institucionesde tal modo que rescaten las disposiciones cívicas y semuestren cautelosas frente a las menos públicas. Las diversas formasde la democracia de competencia funcionan bajo una pauta de desconfianzageneralizada en las posibilidades de virtud que castiga el“mal comportamiento” pero no concede posibilidades al “bueno”. Elsupuesto de fondo es la ausencia de vocación pública de la ciudadanía.Frente a la “pauta de la desconfianza”, cabe la posibilidad de conformarinstituciones que también contemplen la posibilidad del comportamientovirtuoso; instituciones que, por supuesto, puedan funcionar conbaja disposición pública pero que también sean capaces de reconocery alentar la virtud. Más exactamente, han de satisfacer dos requisitos:a) Principio de realismo de la virtud: las instituciones han de diseñarseasumiendo que los individuos no procuran el interés público porsí mismo. Como no hay razones para fiarse, hay que crear escenariosen donde cualquier que se salga de la pauta sea inmediatamente localizadoy penalizado. Este principio inspira a los sistemas —mejor aciertas interpretaciones— de la separación vigilante (distinta de la separaciónfuncional) de poderes, a los múltiples sistemas de vigilancia,control y penalización de las administraciones y, por supuesto (la lógi-28 Los juicios que siguen se manejan en un notable grado de abstracción. Contodo, no faltan las experiencias. Entre ellas, muy destacadamente, la de Porto Alegre,sobre la que gravitaron buen parte de las intervenciones de la conferencia celebradaen Madison, en enero del 2000, Deepening Democracy: Experiments in EmpoweredDeliberative Democracy, January, 2000. Cfr., entre otros, FUNG, A., y WRIGHT, E.“Experiments in Deliberative Democracy” (manuscrito); asimismo, cfr., MCLEAN, I.,LIST, C., FISHKIN, J., LISKIN, R. “Can Deliberation Induce Greater PreferenceStructuration? Evidence from Deliberative Opinion Polls”, (manuscrito, 2000).149
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