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El cansancio de la democraciasuscitaron las llamadas elecciones primarias en uno de nuestros grandespartidos no es más que un síntoma claro de esa atmósfera quevivimos. Pero apenas se pone uno a analizar, más allá de la magia delas palabras, algunas de estas propuestas alternativas empiezan a surgirincógnitas importantes que no es nada fácil despejar con éxito. Lo queme propongo hacer aquí es plantear algunas de esas incógnitas respectode cuatro manifestaciones de ese mal: la apelación a la democracia“participativa”, la fórmula paritaria como método de corregir loserrores del proceso de representación, la virtualidad de los nuevosmovimientos sociales como sujetos políticos y, por último, algunasmanifestaciones de la llamada “apertura a la sociedad” de los partidosactuales.I. LOS ENGAÑOS DE LA PARTICIPACIÓNEmpecemos por echar una mirada a eso que se llama, con granvehemencia y convicción, democracia participativa. La forma de presentarlas cosas suele ser ésta: se sugiere la imagen de una sociedadefervescente, en plena y constante deliberación, habitada por unosciudadanos afanosos que se entregan sin tasa a solventar asuntos deinterés general y están pertrechados de una gran vocación cívica. Comparadacon este modelo de ficción, la vida cotidiana en la democraciarepresentativa se nos aparece no solo lánguida y aburrida sino carentede la virtud civil más elemental, y los partidos y los representantespolíticos no pueden sino resultar puras interferencias que solo interceptanesa “participación” o amenazan con desvirtuar la “verdadera”democracia.Pero las presuntas virtudes de este modelo hipotético se desvanecenen cuanto empezamos a hacer preguntas: ¿Cómo se participa?¿Quién lo hace? ¿Dónde se debate? ¿Cómo se toma parte en las deliberaciones?¿Cómo en las decisiones? Casi nunca se responden estaspreguntas. Y, sin embargo, son las preguntas cruciales. Y no nos engañemos:a no ser que estemos hablando de comunidades muy pequeñas,como esas entidades municipales que la Constitución llama de37

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