11.07.2015 Views

BsjLd

BsjLd

BsjLd

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Democracia representativa y virtud cívicabajo de Laporta) merece objetarse dadas las significativas diferenciasque separan a los autores supuestamente ubicados en cada uno deestos grupos, así como las diferencias existentes en el seno de cadauno de tales grupos. Podemos encontrarnos, en efecto, con autoresque defienden una mayor participación popular a la vez que rechazanla deliberación política (notablemente, en el caso de J.J. Rousseau,quien veía a la discusión pública como una de las peores amenazasfrente a la pretensión de conocer la “voluntad general”); 13 con“deliberativistas” que verían con un justificado horror la “democraciaelectrónica”; 14 con “participacionistas” de muy diferente tipo (los quedefienden la recurrencia a plebiscitos; los que —como muchosantifederalistas norteamericanos— propugnan fundamentalmente ladescentralización en la toma de decisiones; los que defienden un“asambleísmo” permanente; etcétera.); con “deliberativistas” elitistas(como Edmund Burke) y otros directamente antielitistas (como en elcaso de nuestro contemporáneo Habermas). Despreocupados por estasposibles distinciones, Laporta y Sartori agrupan a todos los críticosde la democracia representativa en un mismo saco, y presentan frentea todos ellos, indistintamente, los mismos reproches.Los ejemplos de “maltrato” a la postura rival se multiplican en ambostextos. En ocasiones, la crítica que se lleva adelante consiste, simplemente,en una caricatura del adversario, una reducción al absurdode sus propuestas, una exageración indebida de sus proclamas. Paratomar un primer ejemplo, Laporta sostiene que la democraciaparticipativa es inaceptable para cualquier ser normal porque ella implicaríaun sistema en donde “por la mañana [debemos concurrir] a laasamblea del barrio, luego al comité de empresa, más tarde a la asambleade padres de alumnos”, y así hasta completar el día y la noche(Laporta, p. 21). Pero, está claro, no es en absoluto necesario suscribirun modelo tan torpe y demandante para defender un sistema más13 Cfr., por ejemplo, MANIN B., “On Legitimacy and Political Deliberation”, PoliticalTheory, vol. 15, núm. 3, 1987.14 Cfr., por ejemplo, NINO, C., La Constitución de la democracia deliberativa,Barcelona, Gedisa, 1993.65

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!