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Democracia liberal y democracias republicanassiempre cabría decir: “Es cierto que la deliberación ayuda a tomar lasmejores decisiones, pero, ¿y eso qué tiene que ver con la democracia?,¿por qué no dejamos que sean unos cuantos, los mejores, los que delibereny tomen (las mejores) decisiones? o, incluso más, ¿por qué nodejamos al rey sabio que pondera todas las razones y decide por todos?”.Si se quiere evitar esa “solución” autoritaria y defender algún tipo departicipación, hay que afirmar una de las siguientes tesis: 18a) No hay nada parecido a verdades o falsedades morales (o másmodestamente, mejores decisiones normativas);b) No hay quien las pueda conocer (esas verdades o decisiones) mejorque los demás, no hay indiviudos más excelentes;c) No hay razones para confiarles el poder a los más excelentes;d) No existe modo de conocer a los más excelentes.Por lo general los defensores de la participación democrática en ladeliberación descreen de la primera premisa y buscan sostener, por lomenos, alguna de las otras tres. De hecho, si se cree radicalmente enla formulación positiva de esas premisas, si se cree que cada una deellas es falsa, incluso la deliberación puede llegar a cuestionarse. Despuésde todo, la argumentación pública se ampara en una mezcla deinsuficiencia cognitiva y de desconfianza: se argumenta públicamenteporque se concibe la posibilidad de errar o de que algo —una premisaescamoteada, un dato relevante— se descuide, porque no se está segurode disponer de las mejores razones y de toda la información; y,también, para calibrar la solidez de los propios juicios y corregir lossesgos, la disposición psicológica a apostar por las propias ideas másallá de lo que pueda ser razonable. Un ser dotado de todas las virtudes,no tendría tales problemas y no dejaría lugar para la democracia.La democracia republicana elitista (la representativa deliberativadel cuadro) sostiene que esas premisas son falsas: hay mejores decisiones;hay individuos más excelentes; hay razones para confiarles las18 FEREJHON, J., “Must preferences be respected in democracy?”, en Copp, D.,HAMPTON, J., ROEMER, J. (eds.) The Idea of Democracy, Cambridge, CambridgeU.P., 1993.133

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