Félix Ovejero Lucaspublicano las decisiones que se buscan son las más justas (o, más engeneral, las más solventes normativamente). La corrección normativaguarda un vínculo conceptual con la deliberación. Las decisiones estánbasadas en procesos de pública argumentación que permiten reconocerlas mejores razones y descalificar las propuestas sustentadas enla fuerza o los intereses. Pero, para que eso se produzca, han dedarse ciertas condiciones. La deliberación tiene sus reglas, no esasambleísmo gritón y sofista. Por ejemplo, se requiere que entre quienesdeliberan no se puedan limitar la libertad. Si tú eres mi empleadoy tu futuro depende de mí, es difícil que critiques mis opiniones. Tambiénse requiere que quienes deliberen crean en lo que dicen, tenganun trato sincero con sus propias opiniones. Esas condiciones (de virtud)se refieren a los procesos de deliberación y aseguran el triunfo delas mejores razones. Más en detalle se pueden reconocer tres tipos decondiciones que intervienen en los procesos deliberativos: a) condicionesreferidas a la comunidad de deliberación: independencia materialentre los participantes, mecanismos de ingreso en la comunidad, requisitosde los participantes (racionales, respetuosos, con juicio independiente,etcétera.); b) condiciones referidas a los procesos dedeliberación: posibilidad de réplica, ausencia de argumentos de autoridad,publicidad de las razones, garantía de acceso a la información,etc.; c) condiciones referidas a la aceptabilidad de los resultados de ladeliberación, condiciones (epistémicas) que permiten reconocer unaopinión como bien fundamentada (consistencia, precisión, compatibilidadcon lo conocido, etcétera).En esas condiciones queda asegurado el vínculo entre deliberación ycorrección normativa. Ahora bien, hasta ahí no aparece la democracia.La argumentación (fundamentación epistémica) que muestra que las condicionesde buena formación de los juicios se corresponden con las circunstanciasde deliberación, no está necesariamente vinculada a la defensade la participación en la toma de decisiones. A lo sumo, la deliberaciónaparece comprometida sólo con (la condición de) el pluralismo, con laidea de que aunque no todas las opiniones valen igual, sí que todas hande poder ser objeto de discusión. Pero eso no excluye que la deliberaciónla realicen sólo unos pocos, los individuos competentes. Después de todo,132
Democracia liberal y democracias republicanassiempre cabría decir: “Es cierto que la deliberación ayuda a tomar lasmejores decisiones, pero, ¿y eso qué tiene que ver con la democracia?,¿por qué no dejamos que sean unos cuantos, los mejores, los que delibereny tomen (las mejores) decisiones? o, incluso más, ¿por qué nodejamos al rey sabio que pondera todas las razones y decide por todos?”.Si se quiere evitar esa “solución” autoritaria y defender algún tipo departicipación, hay que afirmar una de las siguientes tesis: 18a) No hay nada parecido a verdades o falsedades morales (o másmodestamente, mejores decisiones normativas);b) No hay quien las pueda conocer (esas verdades o decisiones) mejorque los demás, no hay indiviudos más excelentes;c) No hay razones para confiarles el poder a los más excelentes;d) No existe modo de conocer a los más excelentes.Por lo general los defensores de la participación democrática en ladeliberación descreen de la primera premisa y buscan sostener, por lomenos, alguna de las otras tres. De hecho, si se cree radicalmente enla formulación positiva de esas premisas, si se cree que cada una deellas es falsa, incluso la deliberación puede llegar a cuestionarse. Despuésde todo, la argumentación pública se ampara en una mezcla deinsuficiencia cognitiva y de desconfianza: se argumenta públicamenteporque se concibe la posibilidad de errar o de que algo —una premisaescamoteada, un dato relevante— se descuide, porque no se está segurode disponer de las mejores razones y de toda la información; y,también, para calibrar la solidez de los propios juicios y corregir lossesgos, la disposición psicológica a apostar por las propias ideas másallá de lo que pueda ser razonable. Un ser dotado de todas las virtudes,no tendría tales problemas y no dejaría lugar para la democracia.La democracia republicana elitista (la representativa deliberativadel cuadro) sostiene que esas premisas son falsas: hay mejores decisiones;hay individuos más excelentes; hay razones para confiarles las18 FEREJHON, J., “Must preferences be respected in democracy?”, en Copp, D.,HAMPTON, J., ROEMER, J. (eds.) The Idea of Democracy, Cambridge, CambridgeU.P., 1993.133
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