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Ball, Phillip. Masa critica. Cambio, caos y complejidad

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MASA C R ÍT IC A<br />

por diversos factores externos, el más importante de los cuales es el deseo<br />

de evitar los choques -en realidad, acercarse demasiado a otros para<br />

poner en peligro su “espacio personal”-. Por lo tanto, en el seno de una<br />

multitud, las personas se conducen como si entre ellas existiera una fuerza<br />

de repulsión que incrementa su fuerza a medida que la distancia entre<br />

dos personas disminuye. Las modernas teorías sobre los líquidos aluden<br />

a una suave repulsión similar entre las partículas, una repulsión que en<br />

principio es muy pequeña pero aumenta rápidamente cuando las partículas<br />

se aproximan entre sí. Recordemos que la teoría de los fluidos de<br />

Van der Waals incluía implícitamente una fuerza de repulsión “dura” que<br />

sólo aparecía cuando dos partículas chocaban.<br />

La teoría de Van der Waals también tenía en cuenta las fuerzas de atracción<br />

entre las partículas. Cuando querían investigar ciertas situaciones<br />

especiales entre las personas, como la cohesión de un grupo, Helbing y<br />

Molnár incluían en su modelo fuerzas de atracción entre personas, pero,<br />

en caso contrario, sus viandantes compartían la aversión a estar cerca.<br />

Esos viandantes no son como los boides ni como las bacterias autopropulsadas<br />

de Vicsek porque no poseen ninguna tendencia a unificar sus<br />

movimientos ni, por tanto, a formar bandadas cohesionadas ni nada parecido.*<br />

En vez de ello, cada individuo -al que, tomando prestado el término<br />

de la canción “Diamond Dogs”, de David Bowie, podemos llamar<br />

un “peoploid” o gentoide- traza su propio camino, sujeto a las restricciones<br />

que los demás viandantes le imponen.<br />

En este sentido, el modelo vale para personas egocéntricas sin ninguna<br />

cortesía ni gentileza social. Y sin embargo, cuando Dirk Helbing y Péter<br />

Molnár pusieron en marcha sus simulaciones por ordenador, se percataron<br />

de que ciertas dinámicas de grupo emergían simultáneamente. Y<br />

se diría que algunas de esas dinámicas incluso podrían pasar por buen<br />

comportamiento. Por ejemplo, los gentoides que caminan en direcciones<br />

* Por supuesto - y com o verem os más adelan te-, a veces, un colectivo se com porta casi como una<br />

manada. Es lo que sucede, por ejem plo, en los estadios de fútbol cuando el público hace “ la ola", que se<br />

puso de m oda en el M undial de M éxico de iy8(>. Los espectadores se ponían de pie y levantaban los brazos<br />

y luego volvían a sentarse, en una ola que recorría rápidamente todo el estadio. H elbing, Vicsek y su<br />

compañero Illés Farkas han confeccionado un modelo para esas olas y suponen que los espectadores pasan<br />

por tres estados: de excitación (al prepararse para la ola que llega), activo (al levantarse) y pasivo (cuando<br />

ya han hecho su parte y vuelven a sentarse). El m odelo puede consultarse en http://angel.elte.hu/wave.<br />

Las olas que genera este m odelo son prácticamente análogas a ondas coordinadas del tejido cardíaco que<br />

hacen que el corazón lata.<br />

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