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Ball, Phillip. Masa critica. Cambio, caos y complejidad

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M U LTIT U D ES EN EL VALLE DE LA D E C IS IÓ N<br />

que, en posteriores generaciones, recurran a los modelos de micromotivos<br />

sea el de la segregación racial en los estudios demográficos.<br />

El multiculturalismo de los países occidentales fue muy celebrado en<br />

el pasado, pero es cada vez más evidente que tras esta etiqueta tan optimista<br />

no hay integración sino segregación. Con frecuencia, raza y cultura<br />

marcan los límites entre los barrios de las grandes ciudades. En<br />

Baltimore, Chicago y Los Angeles, las ciudades interiores habitadas por<br />

personas que no son de raza blanca se han convertido en guetos, aunque<br />

del éxodo blanco han surgido espléndidos barrios residenciales en las<br />

afueras. El resultado es conocido: tensiones raciales, recelos y la receta<br />

de un explosivo descontento.<br />

No es sólo cuestión de blancos y negros, ni de blancos y aceitunados, o<br />

hispanos. De Toronto a Boston y a San Francisco, buen número de ciudades<br />

estadounidenses tienen barrio chino; Londres tiene su barrio griego<br />

y un barrio irlandés; Grenoble un barrio judío; Berlín un barrio turco.<br />

Las comunidades étnicas enriquecen la cultura en la que se inscriben y,<br />

en general, coexisten amistosamente. Pero como el Reino Unido descubrió<br />

en 2001 con las revueltas de las comunidades musulmanas asiáticas<br />

en algunas ciudades del norte, el racismo y el resentimiento arden a veces<br />

por debajo de la superficie. Merece la pena recordar que esta segregación<br />

no tiene nada de moderno. Antes de que la raza delimitara fronteras, lo hizo<br />

la clase social o, aunque con menor frecuencia, la religión. (Es posible,<br />

por otro lado, que la segregación racial siga siendo una segregación entre<br />

ricos y pobres.) “La preferencia por relacionarnos con personas parecidas<br />

a nosotros es tan vieja como la humanidad”, afirma Paul Ormerod.'*<br />

Schelling se preguntó a qué se debía la segregación. A veces se piensa<br />

que puede reflejar un elevado grado de intolerancia racial. Pero, ciertamente,<br />

no es justo imputar a todos los ciudadanos estadounidenses cierta,<br />

llamémosla, desgana ante la idea de tener por vecino a una persona de<br />

otra raza o color. Por otro lado, por lamentable que pueda parecer, hay<br />

personas que no quieren vivir en un barrio en el que podrían estar en<br />

minoría desde un punto de vista racial o cultural (suponiendo que puedan<br />

trasladarse a otro barrio).<br />

Sin embargo, la gente cambia de domicilio por razones de todo tipo;<br />

de lo cual podría deducirse que, del movimiento cultural que esto genera,<br />

y también a raíz de un grado razonable de tolerancia, la población debería<br />

conservar cierta homogeneidad. Schelling diseñó un modelo -que<br />

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