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Ball, Phillip. Masa critica. Cambio, caos y complejidad

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O R D EN EN L L EDÉN<br />

decir, sus fortalezas, guarniciones y cañones en las fronteras de<br />

sus reinos; y espían de continuo a sus vecinos; que tal es el estado<br />

de guerra.18<br />

El fin del siglo X V I I , el alba de la presunta edad de la razón, estuvo marcado<br />

por algunas de las más mezquinas, violentas, brutales y codiciosas<br />

decisiones que jamás hayan tomado los dirigentes de los estados europeos,<br />

de quienes, por lo demás, Hobbes había renunciado a albergar<br />

esperanza alguna de análisis racional. La pregunta, sin embargo, es: ¿ha<br />

cambiado en algo la descripción hobbesiana del estado del mundo trescientos<br />

años después?<br />

Bajo este prisma cobra fuerza la defensa de un gobierno mundial -por<br />

la que a principios del siglo X X apostaron pensadores como H. G. Wells<br />

y Leo Szilard-. Aunque la mayor parte de las naciones escoja la paz de<br />

forma unilateral, ¿qué se puede hacer con los estados que no están dispuestos<br />

a ello en ausencia de un marco legal que los obligue a todos?<br />

Este es, por supuesto, el propósito de las Naciones Unidas; pero como<br />

hemos comprobado muy recientemente, ni siquiera las democracias occidentales<br />

observan siempre los dictados de la O N U . La Declaración Universal<br />

de Derechos Humanos no se aplica; las naciones se desmarcan<br />

del Tribunal Penal Internacional siempre que les conviene. Así que no<br />

podemos fingir que existe un gobierno mundial equivalente a los gobiernos<br />

nacionales.<br />

¿Puede un gobierno mundial establecerse por un medio distinto de la<br />

guerra? Y si así fuera, ¿lo querríamos? La idea de un Estado mundial se<br />

remonta al menos a Kant y a Rousseau; pero Kant lo rechazaba porque<br />

temía que, aunque consiguiera crear un “estado de paz universal”, pronto<br />

se convertiría en “el más horrible despotismo”.19 Rousseau apostaba<br />

por un gobierno federal que librase a Europa de sus continuas disputas,<br />

un eco lejano de la Unión Europea de hoy, capaz de imponer a todos<br />

los estados a que se unan y apuesten por sus intereses, una visión autoritaria<br />

con la que ni siquiera el más ferviente de los eurófobos modernos<br />

podría intimidamos.<br />

Robert Kagan y la Fundación Carnegie para la Paz Internacional de<br />

Washington D C sostienen que, ahora, Europa tiene su paz perpetua kantiana<br />

y en una forma muy benigna, pero que, sin embargo, esto sólo ha<br />

sido posible porque Estados Unidos ha permanecido en un mundo hob-<br />

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