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Ball, Phillip. Masa critica. Cambio, caos y complejidad

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O R D E N E N E L E D É N<br />

un simple caso de elección binaria como los que estudiamos en el capítulo<br />

X I I I . Usted puede bien devolver la cartera a su propietario, buscando,<br />

por ejemplo, una dirección en su interior o entregándosela al revisor,<br />

bien puede metérsela tranquilamente en el bolsillo.<br />

Los modelos de comportamiento que hemos estudiado en los capítulos<br />

anteriores tienden a asumir que los agentes de un escenario multi-agente<br />

responden a las acciones de sus vecinos con lo que podríamos<br />

llamar “un hincar de rodillas” o, cuando menos, de una manera mecánica.<br />

Esto es lo mismo que decir que un estímulo A induce una respuesta<br />

B, bien invariablemente, bien dentro de una cierta probabilidad.<br />

Pero en una situación como esta las elecciones no se toman de una forma<br />

tan simple. Ciertamente, hay personas invariablemente honradas y personas<br />

invariablemente poco honradas. Pero el terreno que queda en medio<br />

no depende de la tirada aleatoria de un dado. Lo que se nos pasa por la<br />

cabeza, tal vez de modo involuntario, es la idea “¿quién se va a enterar?”.<br />

Y luego, quizá, “si yo perdiera mi cartera, ¿cómo me sentiría?”. En tales<br />

casos, sopesamos nuestras opciones de acuerdo a cierto código moral,<br />

pero ese código puede tambalearse en presencia de la tentación.<br />

Es posible que la tentación sea el problema fundamental de las sociedades<br />

humanas. Algunas veces no sale a cuenta ser bueno, amable, considerado,<br />

sino rebelarse, engañar, pelearse, jugar malas pasadas. Si mis<br />

vecinos son dóciles y cumplidores de la ley, ¿qué me impide apropiarme<br />

de sus tierras o de sus bienes o de su ganado? Un individuo hobbesiano<br />

en un mundo hobbesiano es tan miserable como cualquier otro. Pero<br />

un hobbesiano en el Edén puede amotinarse, amasar una fortuna y acaparar<br />

sin temor a represalias (a no ser que crea en Dios). La tentación<br />

es parte de la condición humana, ése es el problema de todas las utopías:<br />

no todo el mundo es bueno, porque a veces delinquir sale a cuenta.<br />

Diseñar una partícula susceptible de caer en la tentación no es un proceso<br />

obvio. Pero en los años cincuenta, Merrill Flood y Melvin Dresher, de<br />

R A N D Corporation de California, hicieron más o menos eso. Desarrollaron<br />

un modelo matemático simple que incorporaba el elemento de la<br />

tentación en la interacción entre dos agentes. El modelo fue presentado<br />

como una especie de juego. Flood y Dresher estaban explorando la teoría<br />

de juegos del físico matemático John von Neumann en la década de<br />

1920. Von Neumann, uno de los matemáticos más formidables del siglo<br />

xx, contribuyó a fundar la base teórica de la informática y, durante la<br />

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