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Ball, Phillip. Masa critica. Cambio, caos y complejidad

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M U LTITUDES EN EL VALLE DE I,A D E C IS IÓ N<br />

que las necesitaba. Una fría valoración de la utilidad potencial de la pareja<br />

resulta coherente con una práctica muy común en Japón que consiste<br />

en intercambiarse los currículos para que les eche un vistazo la familia<br />

del cónyuge, o con el empleo de agentes matrimoniales en algunas comunidades<br />

judías y de Europa oriental. Muchas sociedades han utilizado la<br />

edad de merecer como un medio para regular la tasa de natalidad: en<br />

las comunidades católicas irlandesas tradicionales el matrimonio se suele<br />

retrasar más que lo que es normal en Inglaterra.<br />

Además, el análisis de Gary Becker puede arrojar luz sobre ciertos hábitos<br />

y costumbres cuya explicación no es ni mucho menos obvia. Este economista<br />

sostiene que la poliginia -tomar muchas esposas- es más corriente<br />

en el mundo que la poliandria -tomar muchos maridos- porque “la<br />

contribución marginal de las mujeres a la producción excedía significativamente<br />

la de los hombres”.18 Dicho de otro modo, las mujeres son más<br />

útiles -no sólo para los hombres, sino las unas para las otras-. En ciertos<br />

casos, un hogar con varias esposas mejora las condiciones de vida<br />

de sus miembros, que están mucho mejor que si vivieran solos, mientras<br />

que lo normal es que, al tomar muchos esposos, una mujer gane poco.<br />

Esto no es defender la poliginia (ni tampoco condenarla); más bien se<br />

trata de centrar la atención en las condiciones socioeconómicas que la<br />

sustentan. De acuerdo con este modelo, es posible que ciertos aspectos<br />

del patriarcado no constituyan la condición previa, sino la consecuencia<br />

de un tipo particular de sociedad.<br />

Lo mismo podría ser cierto de las desigualdades que continúan existiendo<br />

entre los salarios de hombres y mujeres. En general, los hombres<br />

siempre han ganado más que las mujeres, que es lo que sucede hoy en<br />

día y sucedería incluso si recibieran el mismo sueldo por hacer el mismo<br />

trabajo, porque, de media, las mujeres tienden (o quizá se ven obligadas)<br />

a aceptar empleos peor pagados. Es posible que esta disparidad se<br />

esté reduciendo, pero en el pasado ha sido enorme. Suele pensarse que<br />

esto se debe a que, tradicionalmente, la discriminación ha sido enorme<br />

y a que los hombres siempre se han quedado con los trabajos mejor pagados.<br />

Eso al menos es lo que pueden pensar los liberales; los conservadores<br />

pueden tener la tentación de afirmar que, sencillamente, es cuestión<br />

de biología y que los hombres se adaptan mejor a ese tipo de trabajos.<br />

Gary Becker demuestra que no tiene por qué ocurrir ninguna de las<br />

dos cosas, siempre y cuando los hogares mixtos quieran maximizar su<br />

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