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Otro fundamento de división puede ser el de su mayor o menor garantía de pertenecerle a<br />
Pablo, lo que establece el grupo de las 'cartas deuteropaulinas'. Esto nos lleva a decir una palabra<br />
sobre la autenticidad de las cartas de san Pablo.<br />
Si prescindimos de la carta a los Hebreos, cuya pertenencia a Pablo ha sido discutida<br />
siempre, fue a partir de finales del s. XVIII cuando comenzaron las dudas sobre la paternidad de<br />
las cartas paulinas. Según la 'escuela de Tubinga' sólo serían de Pablo las cartas a los Gálatas, 1<br />
y 2 a Corintios y a Romanos; cosa que llegaron a negar también los de la llamada 'escuela<br />
holandesa' (ambas del s. XIX). Hoy día, vistas las cosas con más objetividad, se está de acuerdo<br />
en admitir como de San Pablo las cuatro citadas, más 1 Tesalonicenses, Filipenses y Filemón. El<br />
posible entredicho caería sobre 2 Tesalonicenses, Colosenses, Efesios y las pastorales, aunque<br />
no en la misma proporción.<br />
Contra la autenticidad de 2 Tesalonicenses unos invocan la diferente concepción respeto de<br />
la 'parusía' y otros la servil repetición de lo dicho en la primera.<br />
A la pareja Colosenses-Efesios se le achaca lo novedoso del tema, el empleo de palabras<br />
nuevas que no aparecen en cartas anteriores, el estilo ampuloso. En Efesios llamaría además la<br />
atención su carácter aséptico, en una carta dirigida a unos destinatarios con los que Pablo ha<br />
convivido durante dos años.<br />
En contra de las pastorales se aduce: diferencias de estilo y de lenguaje, los errores<br />
combatidos, posiblemente posteriores, la organización eclesial que suponen, la no coincidencia de<br />
datos históricos.<br />
Se trata, en todos los casos, de objeciones apoyadas en argumentos internos, a veces<br />
exagerados y que pueden tener una explicación, sobre todo si contamos con que, a la hora de<br />
redactar las cartas, los amanuenses han podido disponer de una mayor autonomía.<br />
La carta a los Hebreos, en su presentación y estilo, ofrece notables diferencias; su<br />
asignación a San Pablo es también tardía, cosa que no ocurre con las restantes cartas, que desde<br />
el s. 11 son atribuidas a él. Se supone, pues, que ha sido escrita por otro, aunque en la doctrina<br />
puedan ser coincidentes.<br />
Carta primera tesalonicenses (a. 51)<br />
a. Autor, destinatarios, lugar, fecha<br />
Es ésta la primera carta que Pablo escribe (al menos de las que se conservan). Los<br />
comentaristas coinciden en reconocer su paternidad paulina. Está dirigida a la comunidad de<br />
Tesalónica, ciudad importante donde residía el gobernador de la entonces llamada provincia<br />
romana de Macedonia. Había sido evangelizada por Pablo al comienzo de su segundo viaje<br />
apostólico, hacia el verano del año 50; pero tuvo que abandonarla precipitadamente a causa de<br />
los tumultos suscitados por los judíos. La carta está escrita algunos meses después (invierno 50-<br />
51) desde Corinto, tras las noticias que desde ella le traen Timoteo y Silas.<br />
b. Motivación y contenido<br />
La carta carece de pretensiones doctrinales; podríamos considerarla como un diálogo<br />
familiar que Pablo entabla con sus queridos neófitos de Tesalónica, a los que, a causa de su<br />
precipitada salida, no pudo evangelizar con la calma y detenimiento que hubiera deseado. Esto<br />
quiere decir que no podemos descubrir en ella una estructura muy lógica, más bien se van<br />
alternando las referencias personales con las recomendaciones de carácter general sobre el vivir<br />
cristiano.<br />
Los tres primeros capítulos tienen un carácter personal de recuerdo de su acción apostólica<br />
entre los tesalonicenses y de preocupación por su fidelidad en la fe hasta que Timoteo le trae las<br />
buenas noticias de su perseverancia. A partir del c. 4 vienen las recomendaciones: santidad de<br />
vida, caridad y, como algo característico, sus reflexiones sobre la Parusía (= presencia, llegada;<br />
se aplicaba a la entrada del emperador triunfante en su ciudad. En un contexto cristiano se refiere<br />
a la segunda venida, gloriosa, de Cristo). Parece ser que entre los tesalonicenses había surgido la<br />
preocupación por la suerte de los muertos antes de la segunda venida del Señor. Pablo les tranquiliza<br />
diciéndoles que los muertos resucitarán y saldrán al encuentro del Señor al igual que los<br />
que aún estén vivos. Esto da pie para nuevas recomendaciones: vigilancia en la espera del Señor.<br />
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