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inspiración poética, que él concebía precisamente como un `entusiasmo', es decir,<br />
un `endiosamiento', un estar poseído por el numen divino.<br />
¿Qué alcance tiene esta inspiración por parte de Dios? Es algo que nos<br />
resulta difícil precisar. Desde luego, tenemos que evitar los extremos: ni se trata de un dictado por<br />
parte de Dios, ni tampoco es el simple Visto Bueno que ha dado después la Iglesia a estos libros.<br />
La inspiración está en el origen mismo del lenguaje, es decir, de la actividad del hagiógrafo. La<br />
inspiración se encuentra, pues, en el autor humano, y se encuentra también en el escrito, ya que<br />
la inspiración de los autores está en función de la obra: esa palabra de Dios "que<br />
es viva y eficaz, más cortante que espada de dos filos" (Hb 4, 12). "La moción del<br />
Espíritu, debajo de ella la obra de lenguaje del hagiógrafo, ponen en acto la<br />
revelación" (Schókel).<br />
Esta obra del hagiógrafo no siempre ha sido meramente individual, sino que muchas veces<br />
ha tenido un signo social; de ahí que haya que hablar del carácter `sucesivo y dinámico' de la<br />
inspiración, ya que muchos libros se fueron gestando a lo largo de siglos hasta su redacción<br />
definitiva; naturalmente, en el entretanto el Espíritu Santo no se estuvo cruzado de brazos: "Los<br />
libros bíblicos han crecido orgánicamente con la vida del pueblo, y el Espíritu Santo no ha mirado<br />
indiferente este crecimiento, sino que él mismo lo ha movido con su soplo misterioso y eficaz"<br />
(Schókel).<br />
Esta relación Dios-hombre en la autoría de la Biblia viene a ser la misma que se da en la<br />
Encarnación entre ambas naturalezas: Dios está presente en el hombre; a través de la naturaleza<br />
humana de Jesús se manifiesta su naturaleza divina, aunque a veces resulte difícil vislumbrarla.<br />
En la Escritura, la palabra del hombre es el vehículo que nos trasmite la palabra de Dios, y, a<br />
veces también, esa palabra del hombre puede resultarnos tan humana que aparezca velado el<br />
mensaje de Dios.<br />
¿Qué sentido tiene para el cristiano la inspiración del AT? "Históricamente la expresión<br />
`palabra de Dios' comienza a tener el sentido que le damos dentro del cristianismo en el momento<br />
en que podemos decir que `Dios nos habló' -en sentido propio- a través de Aquel que es su<br />
palabra... Ante esta `locución divina' definitiva todas las anteriores palabras no son más que<br />
aproximaciones o balbuceos... Tomando todos los libros del AT en conjunto, la Iglesia<br />
prácticamente los escribió de nuevo al incorporarlos a la predicación evangélica. De esta forma<br />
les dio una interpretación nueva y casi un sentido tan original que los judíos `hasta el día de hoy,<br />
cuando se lee la ley de Moisés, tienen un velo sobre su corazón' (2 Co 3, 15). Los<br />
judíos no comprenden la lectura que nosotros hacemos del AT, sencillamente<br />
porque nosotros hemos fijado su sentido... Cristo hizo desaparecer el velo (2 Co 3,<br />
14)" (F. Lage).<br />
De acuerdo con esta visión del AT, desde la revelación que se manifiesta en el N, podemos<br />
admitir la interpretación que hace Rahner de la inspiración, aunque en ella no aparezca tan clara<br />
la acción del Espíritu sobre el hagiógrafo: Dios quiere a la Iglesia primitiva como fuente y norma<br />
de la fe de los tiempos posteriores; esto está exigiendo la fijación por escrito de esa convicción de<br />
fe. Estos escritos, por consiguiente, son queridos por Dios de manera absoluta, en cuanto<br />
objetivación de la fe apostólica, normativa para todos los tiempos. El hecho de que Dios quiera<br />
esos escritos es lo que le constituye en autor real de los mismos.<br />
4. VERDAD<br />
Es una consecuencia de la inspiración. Naturalmente el Espíritu no se hace responsable de<br />
todo lo escrito por el hagiógrafo; como dice la misma constitución DV, ese aliento o presencia del<br />
Espíritu se encuentra en aquella "verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para<br />
nuestra salvación" (DV 11). No se trata, pues, de verdades del orden histórico o científico, sino de<br />
las relativas a la salvación del hombre; y aun para rastrear esa verdad, "para sacar el sentido<br />
exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la<br />
unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la<br />
analogía de la fe" (DV 12).<br />
En consecuencia:<br />
- El objeto formal de la revelación es el misterio de salvación realizado en Cristo, por eso<br />
"ninguna realidad de este mundo es objeto de una enseñanza divina... a no ser bajo el aspecto<br />
particular de su relación con el misterio de la salvación" (Grelot).<br />
- "La verdad bíblica es una verdad que progresa con su propia dialéctica. Las palabras y los<br />
acontecimientos, de un libro a otro y sobre todo del A al NT, adquieren un significado cada vez<br />
más profundo. Hay además rectificaciones y adaptaciones: Dios mismo corrige, integra y completa<br />
ciertas presentaciones insuficientes. Hay en todo esto una dialéctica: los diversos libros y las<br />
diversas teologías en la Biblia parecen presentar opiniones contradictorias, pero en realidad se<br />
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