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El elogio de la fe de Abraham lo encontramos en diversos pasajes de la Biblia: Eclo 44, 19-<br />
21; Rm 4, I-25; Ga 3, 6-14; Hb 11, 8-19. Frente al pecado de la humanidad de querer igualarse a<br />
Dios, Abraham responde con la actitud sumisa y filial de quien se fía de Dios, de quien espera<br />
contra toda esperanza.<br />
Los relatos sobre Abraham se prolongan desde el cap. 12 al 25. A continuación la figura de<br />
Isaac pasa más desapercibida, ya que se habla de él preferentemente en relación con su padre<br />
Abraham o con sus hijos Esaú y Jacob (Cap. 21-27; 35). Sobre Jacob la narración se extiende<br />
principalmente desde los cap. 25 a 35 y 46 a 50, y sobre José desde el 37 al 50.<br />
La historia patriarcal es una historia de familia; reúne los recuerdos que se conservan de los<br />
antepasados, Abraham, Isaac, Jacob, José. Es una historia popular: se detiene en anécdotas<br />
personales y en rasgos pintorescos sin ninguna preocupación por relacionar estas narraciones con<br />
la historia general. Es, en fin, una historia religiosa: todos los momentos decisivos están marcados<br />
por una intervención divina, y en ellos todo aparece como providencial: concepción teológica<br />
verdadera desde un punto de vista superior, pero que descuida la acción de las causas segundas;<br />
además, los hechos se introducen, se explican y se agrupan en orden a demostrar una tesis<br />
religiosa: hay un Dios que ha formado a un pueblo y le ha dado un país; este Dios es Yahvé, el<br />
pueblo es Israel, el país es la Tierra santa. Pero estos relatos son históricos en el sentido de que,<br />
a su manera, narran acontecimientos reales que dan una imagen fiel del origen y migraciones de<br />
los antepasados de Israel y de sus vínculos geográficos y étnicos, de su conducta moral y<br />
religiosa. Los recelos de que han sido objeto estos relatos deberían ceder ante el testimonio<br />
favorable que les aportan los recientes descubrimientos de la historia y de la arqueología<br />
orientales".<br />
2. EXODO Y <strong>DE</strong>SIERTO<br />
En el Pentateuco encontramos un vacío; es el tiempo que va desde la muerte de Jacob<br />
hasta que se hace insoportable la situación de los hebreos en Egipto y Moisés promueve el éxodo;<br />
es el tiempo que corre entre los siglos XVII y XIII.<br />
Al comienzo del Éxodo se describe esa situación, motivada por la presencia en el trono de<br />
Egipto de "un nuevo rey que nada sabía de José" (1, 8). Efectivamente, hubo en Egipto una<br />
dinastía de faraones de raza semita, los llamados `hiksos', que gobernaron aproximadamente<br />
entre los años 1720-1552; en su tiempo José estuvo en el poder. Cuando fue derrocada esa<br />
dinastía las cosas comenzaron a ponerse mal para los hebreos, hasta llegar al siglo XIII, en que<br />
Ramsés II (1290-1224), al construir las ciudades de Pitom y Ramsés, empleó a los hebreos como<br />
esclavos. Esto da pie a su salida de Egipto. ¿Qué es lo que sucedió en realidad? Es difícil<br />
precisarlo.<br />
En el texto unas veces se alude a `expulsión', otras veces a 'huida'. Probablemente hubo<br />
una expulsión de hebreos con ocasión de la caída de la dinastía de los hiksos en el siglo XVI. La<br />
huida tiene lugar ahora en el siglo XIII. Es posible que se hayan fundido ambas tradiciones,<br />
incorporando al éxodo-huida los recuerdos de la otra tradición: éxodo-expulsión.<br />
La intervención divina en el paso del mar y en el desastre de los egipcios tiene también<br />
tratamiento distinto. Según una tradición (la sacerdotal): Moisés extendió su mano sobre el mar;<br />
se dividieron las aguas (14, 21); los israelitas entran en medio del mar a pie enjuto (14, 22); los<br />
egipcios se lanzan en su persecución (14, 23); Moisés extiende de nuevo su mano sobre el mar,<br />
que volvió a su lecho, anegando a los egipcios (14, 27). Según la tradición Yavista, quien actúa<br />
directamente es el Señor: hizo retirarse el mar con un fuerte viento; el mar se secó (14, 21). Al<br />
despuntar el día el mar recobró su estado ordinario; los egipcios fueron anegados (14, 27-30).<br />
En el primer caso se habla de atravesar el mar; en el segundo más bien de un simple<br />
caminar por la orilla del mar.<br />
¿Cuál fue el itinerario seguido? Tradicionalmente se supone que, atravesando la zona del<br />
Mar Rojo, se bajó hacia el Sinaí. Otros prefieren situarlo a lo largo de la orilla del mar<br />
Mediterráneo bajando luego hacia Cadés. El texto nos proporciona unos nombres, pero es difícil<br />
saber a qué lugares actuales corresponden; podrían indicar el camino del norte; pero ese camino<br />
parece ser excluido expresamente en 13, 17-18. Por otra parte, la referencia al mar de Suf (mar<br />
de las Cañas) parece ser una adición posterior. Tal vez los nombres apuntados en 14, 2 correspondan<br />
al éxodo-expulsión, que seguiría el camino del norte.<br />
a) Un punto de partida<br />
Este episodio se convierte en el suceso por excelencia, con carácter fundacional, en la<br />
historia del pueblo de Israel. En el aspecto sociopolítico significa la liberación de la esclavitud, y<br />
en el religioso el encuentro personal con el Dios que elige a Israel como pueblo de su predi-<br />
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