You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
2. EL PORQUE <strong>DE</strong> LOS PROFETAS<br />
En todas las culturas del entorno de Israel: Egipto, Mesopotamia, Siria, Canaán... se habían<br />
producido fenómenos similares de hombres inspirados: videntes, adivinos, agoreros..., que se<br />
decían en contacto con la divinidad para transmitir sus mensajes; la misma Biblia nos ofrece<br />
testimonio de su existencia: Balaam (Nm 22-24), los 450 profetas de Baal que comían de la mesa<br />
de Jezabel (1 R 18, 19).<br />
Dentro de ese contexto, y superándolo, surge el movimiento profético en Israel, con unas<br />
características muy concretas y con una envergadura, sobre todo en algunas épocas, que<br />
constituye una de las realidades más significativas dentro de la historia de Israel. Esto tiene lugar,<br />
sobre todo, cuando establecido el pueblo hebreo en Palestina, y en contacto con los cultos<br />
cananeos, experimenta la constante tentación del politeísmo circundante.<br />
Es entonces cuando Dios suscita a los profetas para que, como conciencia crítica,<br />
denuncien, con sus intervenciones, las desviaciones religiosas y la infidelidad a la Alianza.<br />
El auténtico profeta en Israel es un vocacionado; no parte de él la iniciativa sino de Dios,<br />
que le compromete, aun a pesar suyo; su misión es difícil y poco popular; tendrá que enfrentarse<br />
con el pueblo y con las autoridades; muchas veces no le harán caso e incluso sufrirá la persecución.<br />
Este llamamiento de Dios se dirige a personas de toda condición social: del orden<br />
sacerdotal, como Jeremías y Ezequiel; de familia acomodada, como Isaías; un simple vaquerizo,<br />
como Amós...; es Dios quien les otorga la capacidad para su misión.<br />
3. MARCO HISTORICO <strong>DE</strong>L PROFETISMO<br />
En la Biblia encontramos un bloque de libros que llamamos proféticos; sin embargo, el<br />
fenómeno del profetismo supera al de los libros proféticos, ya que hubo muchos profetas que no<br />
escribieron nada y de cuyos oráculos nadie tomó nota. Esto nos lleva a hacer una división entre<br />
profetas no escritores y profetas escritores:<br />
a. Profetas no escritores<br />
Es impreciso el punto de partida, ya que, de alguna manera, podemos considerar profeta a<br />
Abraham, y así es llamado en el Génesis (20, 7); igualmente a Moisés, del que se dice al final del<br />
Deuteronomio: "No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien Yahvé trataba<br />
cara a cara" (Dt 34, 10); y en tiempo de los Jueces, Débora recibe también el título de profetisa<br />
(Jc 4, 4).<br />
Pero es con Samuel (s. XI a. C.) con quien se pone en movimiento el fenómeno del<br />
profetismo, que en esta su primera fase se extenderá hasta el s. VIII. De hecho la Biblia hebrea<br />
está dividida en tres grandes bloques de libros: la Ley, los Profetas y los Escritos; pues bien, el<br />
bloque de los Profetas se subdivide en dos apartados: profetas anteriores, y bajo este epígrafe se<br />
contienen los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes: y profetas posteriores, título que incluye<br />
todos los libros que nosotros denominamos simplemente como profetas. Tras Samuel, y ya en<br />
tiempos de David, recordamos a los profetas Natán (2 S 7, 2s; 12, I s; etc.), Gad (2 S 24, 11);<br />
posteriormente, a Ajías de Silo (I R 11, 29), a Semaías (I R 12, 22), etc., hasta llegar a las dos<br />
grandes figuras del profetismo: Elías y Eliseo (s. IX), cuya actuación recogen largamente los libros<br />
de los Reyes (I R 17 - 2 R 13).<br />
b. Profetas escritores<br />
A partir del s. VIII comienza la serie de los llamados profetas escritores o profetismo clásico<br />
o edad de oro de los profetas, por cuanto que nos han quedado consignados por escrito los<br />
mensajes que transmitieron. Este período se extiende desde el s. VIII al s. V; se inicia en el reino<br />
de Israel con las figuras de Amós y Oseas (a partir del 760) y en Judá con Isaías y Miqueas (a<br />
partir del 740), y finaliza con Malaquías (Joel?) quien ejerce su actividad hacia el 450.<br />
En nuestras Biblias aparecen los profetas divididos en mayores y menores; división<br />
motivada exclusivamente por la mayor o menor extensión del escrito. En el primer grupo figuran<br />
Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; y en el segundo los doce restantes profetas: Oseas, Joel,<br />
Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías. A<br />
continuación, y como un apéndice de Jeremías, figura también el pequeño libro de Baruc, su<br />
amigo y secretario.<br />
60