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3. EL CANON <strong>DE</strong>L NUEVO TESTAMENTO<br />
Al principio del libro se habló ampliamente sobre el canon de la Biblia; allí se explicaron los<br />
dos sentidos que puede tener la palabra 'canon': lista y norma. A lo que entonces se dijo añadimos<br />
lo siguiente:<br />
En un primer momento no existió el canon del NT; todavía no había escritos. Jesús y los<br />
apóstoles, que convivieron con él y recogieron sus palabras, eran considerados como 'canon vivo'.<br />
La Escritura que citan los primeros cristianos, cuando dicen: "según la Escritura" , "para que<br />
se cumpliera la Escritura", es naturalmente la Escritura del AT. Esto no obstante, y dentro de esas<br />
mismas comunidades cristianas, existe la conciencia de que la palabra de Jesús tiene también<br />
una autoridad suprema, es un 'canon _vivo' (es decir, 'norma' de vida). (En 1 Tm 5, 18 se<br />
equiparan las palabras de Jesús a un pasaje del AT). Esa palabra de Jesús ha llegado a ellos<br />
gracias a la catequesis de los apóstoles, depositarios de las enseñanzas del Maestro. (Recordar<br />
la preocupación con que Pedro propone elegir un suplente de Judas que hubiera sido testigo de<br />
los hechos y palabras de Jesús desde el principio).<br />
San Pablo presenta su predicación, "su evangelio", como ley suprema: "Os recuerdo el<br />
evangelio que os prediqué... por el cual sois salvados" (1 Co 15, 1-2); "Si alguno os anuncia un<br />
evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema" (Gal 1, 9).<br />
En la segunda mitad del s. I se fueron poniendo por escrito esos recuerdos; escritos que<br />
fueron dirigidos a algunas comunidades particulares, que éstas guardaron cuidadosamente y que<br />
fueron comunicando con otras comunidades.<br />
A finales del s. I existen ya pequeñas colecciones. En la 2 P, a finales de ese siglo, se<br />
menciona la colección de cartas de Pablo y se las pone a la altura de la Escritura (2 P 3, 15-16).<br />
Un tal Basílides, que enseñó en Alejandría de 117 a 138, utiliza los evangelios y las cartas de<br />
Pablo con el valor de Escritura. A principios del s. II, en Alejandría, son, pues, considerados como<br />
Escritura los escritos del NT.<br />
¿Cuándo empezaron a considerar a los libros del NT, los evangelios y las cartas, como<br />
'Escritura' con autoridad absoluta en lo que atañe a la fe? Lógicamente, cuando ya no fue posible<br />
referirse con una seguridad razonable al evangelio vivo de Jesús, esto es, cuando murieron los<br />
primeros testigos y sus discípulos.<br />
El canon vivo (que era `norma') pasa de la predicación de los Apóstoles a los escritos, que<br />
se convierten a su vez en 'norma'. Esto en un primer momento; habrá un segundo momento en el<br />
que se establecerá también la `lista'.<br />
La necesidad de esto segundo se experimentó particularmente hacia mediados del s. II,<br />
cuando comenzaron a proliferar los libros heréticos. Se imponía establecer la distinción entre<br />
escritos auténticos, coherentes con la predicación de Jesús, y escritos ilegítimos. Incluso los herejes<br />
querían excluir algunos escritos auténticos que a ellos les resultaban molestos. La Iglesia<br />
reconoció que no podía controlar todas las tradiciones y libros 'cristianos' que circulaban por las<br />
distintas Iglesias y sintió la necesidad de someter toda esta tradición a una norma superior, la<br />
tradición apostólica, fijada en unos escritos. Estos escritos tendrán, en adelante, el valor de<br />
canon. En la elección de dichos escritos tuvo un valor y una fuerza decisivos el que un<br />
determinado escrito fuese atribuido a un apóstol.<br />
Naturalmente, tuvo que pasar tiempo hasta llegar a la uniformidad de un canon ('lista') en<br />
todas las comunidades cristianas; si bien se puede decir que a finales del s. II había ya una<br />
notable coincidencia. El fragmento muratoriano', de finales del s. II, contiene ya 22 de los 27 libros<br />
(faltan: Hebreos, 1 y 2 Pedro, Santiago y 3 Juan). La lista de San Ireneo (a. 185) contiene también<br />
22 libros.<br />
El canon completo en la Iglesia oriental lo encontramos en la Epístola Pascual de Atanasio<br />
de Alejandría (a. 367). En la Iglesia occidental se nos ofrece en el sínodo de Hipona (a. 393).<br />
Declaraciones posteriores han sido: la carta del papa Inocencio I (a. 405), concilio de Florencia (a.<br />
1441) y concilio de Trento (a. 1564).<br />
4. EL TEXTO <strong>DE</strong>L NUEVO TESTAMENTO<br />
A la pregunta: ¿poseemos los textos originales del NT? tenemos que contestar<br />
desgraciadamente que no. Lo único que poseemos son copias de los mismos. Esto no quiere decir<br />
que no tengamos una fundada garantía de poseer, en líneas generales, ese texto original. La<br />
crítica textual, a base de la comparación entre muchos miles de manuscritos que han llegado<br />
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