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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

Morosini se levantó suspirando. Le gustaban las historias<br />

hermosas, pero no los cuentos <strong>de</strong> hadas, y empezaba a sentirse<br />

cansado <strong>de</strong> este.<br />

—Siento una gran simpatía por usted y por su causa, señor<br />

Aronov, pero <strong>de</strong>bo rechazar su propuesta: no soy el hombre<br />

que necesita. O, suponiendo que alguna vez lo haya sido, ya no<br />

lo soy. Si tiene la amabilidad <strong>de</strong> hacerme acompañar…<br />

—Todavía no. ¿Sus padres le legaron un soberbio zafiro<br />

asteroi<strong>de</strong>o que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace varios siglos, es propiedad <strong>de</strong> los<br />

duques <strong>de</strong> Montlaure?<br />

—Ahí es don<strong>de</strong> se equivoca: lo era. De todas formas, no<br />

podía tratarse <strong>de</strong>l suyo; este era una piedra visigoda proce<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong>l tesoro <strong>de</strong>l rey Recesvinto.<br />

—Tesoro que provenía <strong>de</strong>l <strong>de</strong> Alarico, otro visigodo, que en<br />

el siglo V tuvo el privilegio <strong>de</strong> saquear Roma durante seis días.<br />

Allí es don<strong>de</strong> se apo<strong>de</strong>ró, entre otros objetos, <strong>de</strong>l zafiro. Espere,<br />

voy a mostrarle algo.<br />

Con ese paso irregular que le confería una especie <strong>de</strong><br />

majestad trágica, Aronov se dirigió <strong>de</strong> nuevo hacia el arcón.<br />

Cuando volvió, una suntuosa joya relucía en su mano: un gran<br />

zafiro estrellado <strong>de</strong> un azul profundo y luminoso, sujeto por<br />

tres diamantes en forma <strong>de</strong> flor <strong>de</strong> lis que formaban la anilla <strong>de</strong>l<br />

colgante. Nada más verlo, Morosini saltó:<br />

—¡Pero si es la joya <strong>de</strong> mi madre! ¿Cómo es que está aquí?<br />

—Piense un poco. Si lo fuera, no le pediría que me la<br />

vendiera. Es simplemente una copia, aunque fiel hasta en el<br />

menor <strong>de</strong>talle. Mire.<br />

Con una mano, movía el zafiro, y con la otra, le tendía una<br />

potente lupa. Luego, señalando en la parte posterior <strong>de</strong> la<br />

piedra un minúsculo dibujo imperceptible a la vista, dijo:<br />

—Es la estrella <strong>de</strong> Salomón, y todas las gemas <strong>de</strong>l pectoral<br />

llevan la misma marca. Si examina la suya, <strong>de</strong>scubrirá sin<br />

dificultad ese signo.<br />

Aronov se sentó mientras Aldo tocaba el colgante con una<br />

sensación extraña: la semejanza era impresionante y había que<br />

ser un entendido para darse cuenta <strong>de</strong> que era falso.<br />

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