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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

cuadros.<br />

—Espero que hayas conseguido un buen precio.<br />

—Excelente. El anticuario milanés que se encargó <strong>de</strong> mis<br />

ventas se ha ganado con creces mi agra<strong>de</strong>cimiento y nos hemos<br />

hecho gran<strong>de</strong>s amigos. ¿Te escandalizo mucho?<br />

—Sería ridículo. No puedo sino aprobar tu <strong>de</strong>cisión. Mi<br />

madre hizo lo mismo, con la diferencia <strong>de</strong> que lo que vendió<br />

ella son las joyas.<br />

—Porque eran <strong>de</strong> su propiedad exclusiva. Yo me ofrecí a<br />

presentarle a Silvio Brusconi, pero ella siempre se negó a<br />

disponer <strong>de</strong> objetos que <strong>de</strong>cía que te pertenecían a ti por<br />

<strong>de</strong>recho <strong>de</strong> herencia. Pero olvi<strong>de</strong>mos todo eso y mírame. ¿Me<br />

encuentras cambiada?<br />

—En absoluto —dijo Aldo con sinceridad—. Estás tan<br />

guapa como siempre.<br />

Era indiscutible, aunque algunas ligeras marcas mostraban<br />

la cuarentena. Veinte años antes, Adriana había sido el sueño<br />

<strong>de</strong> Venecia. La habían comparado con todas las madonas<br />

italianas. Su belleza grave y dulce representaba la perfección<br />

absoluta. Todos sus gestos poseían nobleza y dignidad. Había<br />

sido una esposa perfecta para Tommaso Orseolo, que no la<br />

merecía pero a quien ella había tenido la elegancia <strong>de</strong> llorar<br />

cuando <strong>de</strong>jó el mundo. Su duelo, marcado por visitas a las<br />

iglesias y obras <strong>de</strong> caridad, había sido modélico durante dos<br />

largos años. Después <strong>de</strong>cidió frecuentar el mundo musical, que<br />

le interesaba mucho, puesto que era una notable clavecinista.<br />

Aparte <strong>de</strong> asistir a los conciertos no salía mucho y recibía a<br />

pocas personas, todos íntimos como la princesa Isabelle, quien<br />

no podía evitar lamentar una vida que consi<strong>de</strong>raba un poco<br />

austera para una mujer <strong>de</strong> apenas treinta años.<br />

—Es <strong>de</strong>masiado joven para llevar una existencia tan severa<br />

—<strong>de</strong>cía—. Deseo que se vuelva a casar y tenga hijos; sería una<br />

madre ejemplar.<br />

Pero Adriana no quería volver a casarse, cosa <strong>de</strong> la que<br />

Aldo, egoístamente, se alegraba. Recién superados los amores<br />

infantiles, sentía por su prima los <strong>de</strong>seos impetuosos <strong>de</strong> su<br />

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