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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

esperándolo, sentada en el suelo y con la espalda apoyada en<br />

los balaustres.<br />

—Nuestra querida marquesa ha pensado que era más<br />

pru<strong>de</strong>nte ser dos —susurró sin <strong>de</strong>jarle tiempo para protestar—.<br />

Yo vigilaré.<br />

—O sea, que está al corriente.<br />

—Por supuesto. No sería correcto que no supiera lo que<br />

pasa bajo su techo… o sobre él.<br />

—Esto es ridículo. A<strong>de</strong>más, no es lugar para una señorita.<br />

Podría romperse algo, o simplemente torcerse un tobillo…<br />

—No hay ningún peligro. El castillo <strong>de</strong> mis padres está<br />

formado por una vivienda renacentista y cuatro atalayas. ¡No se<br />

imagina la <strong>de</strong> veces que me he paseado por encima! Siempre<br />

me han encantado los tejados. Una se siente más cerca <strong>de</strong>l<br />

Señor.<br />

Renunciando por el momento a profundizar en las<br />

motivaciones <strong>de</strong> esa extraña fiel que elevaba el arte <strong>de</strong> los cacos<br />

al nivel <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s teologales, Morosini comenzó a pasar al<br />

tejado <strong>de</strong> al lado seguido <strong>de</strong> ese acólito inesperado. Su<br />

intención no era irrumpir en la habitación <strong>de</strong> Anielka, sino<br />

tratar <strong>de</strong> ver qué pasaba allí. Dada la clemencia <strong>de</strong>l tiempo,<br />

seguramente una <strong>de</strong> las ventanas estaría entreabierta, y aunque<br />

las cortinas estuvieran corridas, <strong>de</strong>bería ser posible echar un<br />

vistazo. Tanto más cuanto que la habitación <strong>de</strong> una persona<br />

enferma nunca se hallaba sumida en una oscuridad total; era<br />

habitual <strong>de</strong>jar una lamparilla encendida para facilitar el trabajo<br />

<strong>de</strong> la persona que la velaba.<br />

Ayudado por Marie-Angéline, tan muda y sigilosa como<br />

una sombra, bajó sin dificultad al largo balcón <strong>de</strong> piedra que se<br />

extendía <strong>de</strong> forma continua a la altura <strong>de</strong> la segunda planta,<br />

mucho menos alta que las otras dos, cuyos techos alcanzaban<br />

los cinco metros. Allí ató la cuerda a la balaustrada, prestando<br />

mucha atención a colocarla en el rincón don<strong>de</strong> la rotonda<br />

central se unía al resto <strong>de</strong>l edificio, y <strong>de</strong>spués se <strong>de</strong>slizó hasta<br />

uno <strong>de</strong> los tres balcones <strong>de</strong> hierro forjado a los que daban las<br />

cristaleras <strong>de</strong> la recién casada. Aquella ante la que aterrizó<br />

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