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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

últimas instrucciones: el príncipe Morosini, con el dinero y el<br />

zafiro, se pondría al volante <strong>de</strong>l Rolls-Royce <strong>de</strong> sir Eric —<br />

habían especificado claramente la marca entre todas las que<br />

poseía el barón— y a medianoche tendría que estar en la<br />

entrada <strong>de</strong>l carril lateral <strong>de</strong> la avenida <strong>de</strong>l Bois-<strong>de</strong>-Boulogne, en<br />

el lado <strong>de</strong> los números pares, cerca <strong>de</strong> la calle Presbourg.<br />

Para su sorpresa, el señor <strong>de</strong> la casa no se había <strong>de</strong>jado ver.<br />

Al parecer, sufría una fuerte neuralgia, y fue <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> John<br />

Sutton, su secretario, <strong>de</strong> quien el mensajero recibió el maletín<br />

que contenía el dinero y el estuche. No le extrañó; imaginaba el<br />

<strong>de</strong>sgarro que le producía al fabricante <strong>de</strong> armas <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong><br />

su amado talismán.<br />

—Si supieras la verdad, amigo —masculló Morosini entre<br />

dientes—, tal vez estarías menos triste, pero más furioso.<br />

La noche anterior había sido informado <strong>de</strong> que Mina había<br />

llegado sin obstáculos a su <strong>de</strong>stino con el precioso cargamento.<br />

La cuestión ahora era liberar a Anielka, pero ¿qué haría<br />

<strong>de</strong>spués? La honra<strong>de</strong>z imponía que fuera <strong>de</strong>vuelta al esposo, lo<br />

que para ella suponía un gran sacrificio, y Morosini era un<br />

hombre <strong>de</strong> honor, lo que no le impedía sentir una viva<br />

repugnancia ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar a la mujer que amaba entre<br />

los brazos <strong>de</strong> otro. Vidal-Pellicorne, al estrecharle la mano poco<br />

antes, había reducido el problema a sus justas dimensiones<br />

diciendo:<br />

—Salgan vivos los dos <strong>de</strong> este lance y eso ya será<br />

magnífico. Después, quizás ella tenga algo que <strong>de</strong>cir.<br />

Había llovido todo el día. La noche era fresca y húmeda.<br />

No había mucha gente en la calle. El coche se <strong>de</strong>slizaba con un<br />

murmullo sedoso sobre la brillante cinta <strong>de</strong> asfalto en cuyo<br />

extremo se alzaba el Arco <strong>de</strong> Triunfo, mal iluminado, <strong>de</strong>l que se<br />

veían tres cuartas partes.<br />

Al llegar al lugar indicado, Morosini <strong>de</strong>tuvo el automóvil,<br />

sacó la pitillera para calmar los nervios y frotó una cerilla contra<br />

la fosforera, pero no tuvo tiempo <strong>de</strong> encen<strong>de</strong>r el <strong>de</strong>lgado<br />

cilindro <strong>de</strong> tabaco, pues a través <strong>de</strong> la portezuela, bruscamente<br />

abierta, un potente soplo apagó la llama. Al mismo tiempo, una<br />

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