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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

—Que nos vayamos juntos, usted y yo. Es una locura, lo sé,<br />

pero ¿no vale la pena cometer una locura por mí? Incluso podrá<br />

casarse conmigo, si quiere.<br />

Sintió un mareo mientras su imaginación le ofrecía toda<br />

una galería <strong>de</strong> estampas encantadoras: ella y él huyendo en un<br />

coche hasta Praga para tomar allí un tren que los llevaría a<br />

Viena y luego a Venecia, don<strong>de</strong> ella sería suya… ¡Sería una<br />

princesa Morosini adorable! El viejo palacio quedaría<br />

completamente iluminado por su rubia cabellera… El problema<br />

era que ese futuro novelesco tenía más <strong>de</strong> sueño que <strong>de</strong><br />

realidad, y siempre llega un momento en que el sueño acaba y<br />

en que la caída resulta más dolorosa cuanto más arriba se ha<br />

subido. Anielka era sin duda alguna la tentación más seductora<br />

que había tenido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía mucho tiempo. Su imagen le<br />

había permitido luchar en igualdad <strong>de</strong> condiciones con<br />

Dianora, pero otra imagen borró súbitamente su encantador<br />

rostro: la <strong>de</strong> un hombrecillo vestido <strong>de</strong> negro y tendido en<br />

medio <strong>de</strong> un charco <strong>de</strong> sangre, un hombrecillo que ya no tenía<br />

rostro; y luego oyó una voz profunda y suplicante que nunca<br />

había pronunciado las palabras que Aldo escuchaba: «Ahora<br />

sólo le tengo a usted. No abandone mi causa.»<br />

Sin embargo, algo le <strong>de</strong>cía que huir con la joven sería dar la<br />

espalda al hombre <strong>de</strong>l gueto y renunciar quizás a<br />

<strong>de</strong>senmascarar algún día al asesino <strong>de</strong> su madre. ¿La amaba lo<br />

suficiente para llegar a ese extremo? ¿La amaba siquiera? Le<br />

gustaba, lo atraía y excitaba su <strong>de</strong>seo, pero, tal como ella <strong>de</strong>cía,<br />

ya no tenía la edad <strong>de</strong> los amores novelescos.<br />

Su silencio impacientó a la joven.<br />

—¿No se le ocurre nada que <strong>de</strong>cir?<br />

—Reconocerá que semejante propuesta merece algo <strong>de</strong><br />

reflexión. ¿Qué edad tiene, Anielka?<br />

—La <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>sdichada. Tengo diecinueve años.<br />

—Me lo temía. ¿Sabe qué suce<strong>de</strong>ría si la raptara? Su padre<br />

estaría en su <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> llevarme ante cualquier tribunal <strong>de</strong><br />

cualquier país <strong>de</strong> Europa por incitación al libertinaje y<br />

corrupción <strong>de</strong> una menor.<br />

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