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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

forma más <strong>de</strong>mocrática al lado <strong>de</strong> Zaccaria, pidió un plato y un<br />

vaso y <strong>de</strong>gustó su parte <strong>de</strong>l festín. Ocho días más tar<strong>de</strong>, la<br />

cocinera titular arrojaba su <strong>de</strong>lantal almidonado a la cabeza <strong>de</strong><br />

la intrusa mientras esta abandonaba sus distintivos <strong>de</strong> doncella<br />

para tomar posesión <strong>de</strong> las cazuelas principescas y reinar sobre<br />

el personal <strong>de</strong> cocina con la bendición plena y total <strong>de</strong> los<br />

señores <strong>de</strong> la casa.<br />

Nacida en el seno <strong>de</strong> una antiquísima y muy noble familia<br />

<strong>de</strong>l Languedoc, los duques <strong>de</strong> Montlaure, la princesa Isabelle<br />

incluso encontró cierta satisfacción en dar algunas recetas <strong>de</strong>l<br />

otro lado <strong>de</strong> los Alpes a su excelente cocinera, que las ejecutó <strong>de</strong><br />

maravilla. Gracias a ello, toda la infancia <strong>de</strong>l joven Aldo estuvo<br />

amenizada por una grata sucesión <strong>de</strong> soufflés aéreos, tartas<br />

crujientes o esponjosas, cremas sublimes y todas las maravillas<br />

que pue<strong>de</strong>n nacer en una cocina cuando la sacerdotisa <strong>de</strong>l<br />

santuario se <strong>de</strong>dica a mimar a los suyos. Puesto que el Cielo no<br />

le había concedido el privilegio <strong>de</strong> procrear, Celina concentró<br />

su amor en un joven señor que no tuvo motivos <strong>de</strong> queja.<br />

Como sus padres viajaban mucho, Aldo se encontró a<br />

menudo solo en el palacio. Así pues, pasó plácidas horas,<br />

sentado en un taburete, mirando a Celina <strong>de</strong>dicarse a su<br />

suculenta alquimia regañando a sus pinches y cantando con<br />

voz potente arias <strong>de</strong> ópera y canciones napolitanas, <strong>de</strong> las que<br />

conocía un amplio repertorio. Había que verla, tocada con<br />

cintas multicolores como era típico en su región y vestida, bajo<br />

el blanco <strong>de</strong>lantal <strong>de</strong> percal, con unos perifollos vistosos pero<br />

<strong>de</strong> formas imprecisas, ensanchados a medida que su propietaria<br />

se acercaba a la forma perfecta <strong>de</strong>l huevo.<br />

Pese a tantos atractivos Aldo no se pasaba la vida en las<br />

cocinas. Le habían asignado un preceptor francés, Guy Buteau,<br />

joven borgoñón cultivado que se esforzó en transferir su saber<br />

al cerebro <strong>de</strong> su alumno, aunque en un or<strong>de</strong>n disperso. Le<br />

enseñó revueltos a los griegos y a los romanos, a Dante y<br />

Moliere, a Byron y los faraones constructores, a Shakespeare y<br />

Goethe, a Mozart y Beethoven, a Musset, a Stendhal, a Chopin,<br />

a Bach y los Románticos alemanes, a los reyes <strong>de</strong> Francia, a los<br />

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