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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

—Y, por supuesto, con la curiosidad que suscita el misterio<br />

<strong>de</strong> que se ro<strong>de</strong>a. Un misterio que no parece dispuesto a<br />

<strong>de</strong>svelar, puesto que quien está aquí es usted y no él.<br />

—¿Qué creía? Mi misión es conducirlo a su presencia<br />

cuando haya terminado <strong>de</strong> beberse el vino.<br />

—¿Gusta usted? Está <strong>de</strong>licioso.<br />

—¿Por qué no? —aceptó alegremente el hombrecillo, que<br />

compartió el tokay y las pastas que lo acompañaban con visible<br />

placer. Tras lo cual, cogió una hoja <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> una<br />

especie <strong>de</strong> florero colocado en el centro <strong>de</strong> la mesa para<br />

limpiarse los labios y los <strong>de</strong>dos antes <strong>de</strong> consultar su reloj <strong>de</strong><br />

bolsillo, una pieza antigua <strong>de</strong> plata nielada—. Si nos vamos ya,<br />

llegaremos más o menos a la hora prevista —dijo—. Gracias por<br />

este agradable rato.<br />

Al salir <strong>de</strong> la taberna, los dos hombres se internaron en la<br />

semioscuridad <strong>de</strong>l Rynek, apenas turbada por las pequeñas<br />

lámparas <strong>de</strong> petróleo que iluminaban las casetas con ventanilla<br />

<strong>de</strong> los ven<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> cigarrillos. Uno <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l otro, llegaron a<br />

las inmediaciones <strong>de</strong>l barrio judío, que bullía <strong>de</strong> actividad<br />

durante el día pero por la noche se sumía en el silencio.<br />

En la entrada <strong>de</strong> una calle señalada por dos torres, se<br />

cruzaron con un hombre <strong>de</strong>lgado <strong>de</strong> ojos llameantes, en cuyo<br />

rostro oriental <strong>de</strong>stacaba una barba pelirroja. Alto y un poco<br />

encorvado, llevaba una levita negra y un casquete redondo y<br />

rígido <strong>de</strong>l que surgían largos mechones retorcidos. El hombre<br />

andaba a paso sigiloso, como los gatos, y tras haber saludado a<br />

Élie Amschel, <strong>de</strong>sapareció tan <strong>de</strong>prisa como había aparecido,<br />

<strong>de</strong>jando a Morosini la extraña impresión <strong>de</strong> haberse cruzado<br />

con el símbolo <strong>de</strong>l gueto, con la sombra misma <strong>de</strong>l judío<br />

errante.<br />

Siguiendo a su guía, el príncipe tomó una callejuela<br />

tortuosa, tan estrecha que parecía una falla abierta entre dos<br />

rocas bajo un cielo invisible. El adoquinado <strong>de</strong> la calle principal,<br />

don<strong>de</strong> se incrustaban los raíles <strong>de</strong>l tranvía, <strong>de</strong>jaba paso ahora a<br />

gruesas e irregulares piedras, proce<strong>de</strong>ntes con toda<br />

probabilidad <strong>de</strong>l lecho <strong>de</strong>l Vístula y sobre las que no <strong>de</strong>bía <strong>de</strong><br />

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