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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

violines, Ferrals se había precipitado hacia su joven esposa para<br />

sujetarla al tiempo que llamaba a voz en grito a un médico. Un<br />

miembro <strong>de</strong>l Instituto que lucía en el chaqué el distintivo <strong>de</strong> la<br />

Legión <strong>de</strong> Honor fue a prestar su ayuda, acompañado <strong>de</strong> una<br />

dama engalanada con encajes malva que chillaba gesticulando.<br />

Unos minutos más tar<strong>de</strong>, un robusto lacayo se llevaba a la joven<br />

al castillo, seguido <strong>de</strong>l esposo, <strong>de</strong>l médico, <strong>de</strong> la mujer <strong>de</strong>l<br />

médico y <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Solmanski.<br />

—¡No se muevan! —or<strong>de</strong>nó sir Eric a sus invitados—.<br />

Enseguida volveremos. No es más que un ligero mareo.<br />

En medio <strong>de</strong> la consternación general, Dianora se permitió<br />

una risita insolente.<br />

—¡Qué divertido! —dijo, haciendo como si aplaudiera—.<br />

Esto sí que se sale <strong>de</strong> lo normal. Me recuerda una velada en la<br />

Scala <strong>de</strong> Milán en que la diva fue víctima <strong>de</strong>l primer mareo <strong>de</strong>l<br />

embarazo en el escenario. Por suerte, pudo volver y continuar<br />

la interpretación. Tenía mal color, pero, como cantaba La<br />

Traviata, le quedaba tan bien que tuvo un éxito arrollador.<br />

Apuesto a que nuestra novia también lo tendrá.<br />

—¿No te da vergüenza? —gruñó Morosini, furioso—. Esa<br />

pobre chica está enferma y a ti te divierte. Me entran ganas <strong>de</strong> ir<br />

a ver…<br />

La mano <strong>de</strong> la joven asió su brazo y lo apretó con una<br />

fuerza sorpren<strong>de</strong>nte.<br />

—¡Estate quieto! —susurró entre dientes—. Nadie<br />

enten<strong>de</strong>ría tu solicitud, y el marido menos aún. No sabía que<br />

eras tan sensible al encanto juvenil, querido.<br />

—Yo soy sensible a todo el sufrimiento.<br />

—Aquí hay bastante gente para ocuparse <strong>de</strong> este. A<strong>de</strong>más,<br />

voy a ir yo a informarme.<br />

—¿Con qué <strong>de</strong>recho?<br />

—Uno: soy una mujer. Dos: soy una amiga <strong>de</strong> la familia. Y<br />

tres: tengo una habitación en el castillo y resulta que no llevo<br />

encima pañuelo para llorar contigo. Espérame aquí.<br />

Recogiendo con una mano la muselina azul y quitándose<br />

con la otra la capelina, la joven abandonó su sitio y se dirigió al<br />

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