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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

esposo. Anielka había dicho que era uno <strong>de</strong> los hombres más<br />

ricos <strong>de</strong> Europa, pero no podía tratarse <strong>de</strong> un Rothschild, pues,<br />

como buena polaca, la joven <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser católica.<br />

Estos pensamientos entretuvieron la larga espera. Las<br />

personas a las que acechaba no se apresuraban a aparecer. De<br />

pronto los vio acercarse, seguidos <strong>de</strong> Bogdan y <strong>de</strong> una doncella<br />

y ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> un buen número <strong>de</strong> porteadores, así como <strong>de</strong><br />

curiosos atraídos por una elegancia realmente insólita fuera <strong>de</strong><br />

los viajes oficiales. Los dos hombres llevaban chaqué y<br />

sombrero <strong>de</strong> copa. En cuanto a la joven, tocada con un<br />

encantador tricornio <strong>de</strong> terciopelo envuelto en un velo, era una<br />

sinfonía <strong>de</strong> terciopelos y zorro azul. Estaba tan guapa que<br />

Morosini no pudo evitar a<strong>de</strong>lantarse un poco para admirarla<br />

mejor.<br />

Y <strong>de</strong> repente, sufrió una auténtica conmoción: en la<br />

abertura <strong>de</strong>l gran cuello <strong>de</strong> piel, sobre el <strong>de</strong>licado cuello <strong>de</strong><br />

Anielka, una joya fastuosa brillaba lanzando <strong>de</strong>stellos <strong>de</strong> un<br />

azul profundo, un colgante que Aldo reconoció perfectamente,<br />

el zafiro visigodo <strong>de</strong>l que él tenía en el bolsillo una copia exacta.<br />

Fue una visión tan brutal que tuvo que apoyarse un<br />

momento en el pilar y frotarse los ojos para asegurarse <strong>de</strong> que<br />

no estaba soñando. Luego, la sorpresa <strong>de</strong>jó paso a la cólera y<br />

olvidó que estaba a punto <strong>de</strong> enamorarse <strong>de</strong> esa mujer que se<br />

atrevía a lucir una piedra robada al precio <strong>de</strong> un asesinato, una<br />

«piedra roja», utilizando el lenguaje <strong>de</strong> los encubridores, que<br />

casi siempre se niegan a tocar un objeto por el que se ha<br />

matado. ¡Y había tenido la increíble <strong>de</strong>sfachatez <strong>de</strong> afirmar que<br />

el zafiro era un legado <strong>de</strong> su madre, cuando no podía ignorar<br />

cuáles eran los bienes familiares!<br />

Su breve <strong>de</strong>sfallecimiento salvó a Morosini <strong>de</strong> reaccionar<br />

irreflexivamente. Si se hubiera <strong>de</strong>jado guiar por su indignación<br />

y su furor, se habría precipitado sobre la joven para arrebatarle<br />

el colgante y escupirle a la cara su <strong>de</strong>sprecio, pero recuperó a<br />

tiempo la sensatez. Lo que hacía falta era averiguar adón<strong>de</strong> iba<br />

aquella familia y vigilarla <strong>de</strong> cerca. Cogiendo sus maletas, que<br />

no había <strong>de</strong>jado en manos <strong>de</strong> ningún mozo <strong>de</strong> equipajes, se<br />

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