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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

tendía a reivindicarlos.<br />

—¡Así es, y me fui encantada! ¡Era la única forma que tenía<br />

<strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> ti y <strong>de</strong> ese horrible viejo! ¡Quisiera veros muertos<br />

a los dos!<br />

Morosini soltó a la joven furia, se dirigió a la ventana y la<br />

abrió para respirar un poco el fresco <strong>de</strong> la noche. Sentía que se<br />

ahogaba en aquel estrecho cuarto.<br />

—Todo lo que pudiera <strong>de</strong>cir no serviría <strong>de</strong> nada, ¿verdad?<br />

Has <strong>de</strong>cidido que soy culpable y tu veredicto es inapelable.<br />

—No tienes <strong>de</strong>recho a que se contemplen circunstancias<br />

atenuantes. A<strong>de</strong>más, aunque no hubiera habido traición, no me<br />

habría ido contigo.<br />

—¿Por qué?<br />

—Recuerda lo que te dije en el Parque Zoológico: «Si tengo<br />

que soportar los abusos <strong>de</strong> sir Eric, no volveré a verte en toda<br />

mi vida.» Y si esa noche tenía interés en hablar contigo era<br />

porque no quería alejarme sin haberte arrojado a la cara todo el<br />

<strong>de</strong>sprecio que me inspiras… Ahora ya lo he hecho, así que<br />

pue<strong>de</strong>s irte.<br />

Aldo se apartó <strong>de</strong> la ventana para volverse hacia Anielka,<br />

pero la vio <strong>de</strong> espaldas. Una espalda prolongación <strong>de</strong> unos<br />

hombros que temblaban, <strong>de</strong> una cabeza inclinada. Vio que<br />

estaba llorando y recuperó un poco <strong>de</strong> esperanza pese a las<br />

terribles palabras que la joven acababa <strong>de</strong> pronunciar y que él<br />

no acababa <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r.<br />

—¿Lo que me dijiste en el Parque? Pero… no tuviste que<br />

soportar… nada, supongo…<br />

Anielka se volvió bruscamente y le mostró un rostro<br />

arrasado <strong>de</strong> lágrimas.<br />

—Pues supones mal. Esa blancura que me ro<strong>de</strong>aba<br />

mientras me dirigía hacia el altar era una burla…, una<br />

lamentable farsa: la noche anterior había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser virgen y<br />

era ya la mujer <strong>de</strong> Ferrals.<br />

Morosini se permitió un grito <strong>de</strong> protesta; luego,<br />

sintiéndose súbitamente <strong>de</strong>sdichado, envolvió a la joven en una<br />

mirada a la vez incrédula y suplicante:<br />

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