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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

galones que <strong>de</strong>seaba ver la ciudad.<br />

—Búsqueme un buen cochero —le pidió.<br />

El hombre se apresuró a hacer señas a un coche <strong>de</strong> punto<br />

con buen aspecto, conducido por un cochero barrigón, jovial y<br />

bigotudo, que <strong>de</strong>dicó una sonrisa <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ntada pero radiante a<br />

Morosini cuando este le pidió en francés que le enseñara<br />

Varsovia.<br />

—¿Es usted francés, señor?<br />

—A medias. En realidad, soy italiano.<br />

—Es prácticamente lo mismo. Será un placer mostrarle la<br />

Roma <strong>de</strong>l norte. ¿Sabía que la llaman así?<br />

—Lo he oído <strong>de</strong>cir, pero no comprendo por qué. Anoche di<br />

un paseo y no me pareció que tuviera muchos vestigios<br />

antiguos.<br />

—Lo compren<strong>de</strong>rá enseguida. Boleslas conoce la capital<br />

mejor que nadie.<br />

—Y yo añado que habla francés muy bien.<br />

—Aquí todo el mundo habla esa hermosa lengua. Francia<br />

es nuestra segunda patria. ¡A<strong>de</strong>lante!<br />

Dicho esto, Boleslas se encasquetó la gorra <strong>de</strong> paño azul<br />

adornada con una especie <strong>de</strong> corona <strong>de</strong> marqués <strong>de</strong> metal<br />

plateado y chascó la lengua para que el caballo se pusiera en<br />

marcha. Como todos los cocheros, llevaba varios números <strong>de</strong><br />

hierro sujetos a un botón situado cerca <strong>de</strong>l cuello y que le<br />

colgaban sobre la espalda como una etiqueta. Morosini,<br />

intrigado, le preguntó el motivo <strong>de</strong> esa curiosa exhibición.<br />

—Es un recuerdo <strong>de</strong> la época en que la policía rusa actuaba<br />

aquí —gruñó el cochero—. Servía para i<strong>de</strong>ntificarnos mejor.<br />

Otro recuerdo son los faroles que ha <strong>de</strong>bido ver por la noche<br />

colgados <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las casas. Como estamos acostumbrados,<br />

no hemos cambiado nada.<br />

Y la visita empezó. A medida que se <strong>de</strong>sarrollaba, Morosini<br />

consi<strong>de</strong>raba cada vez más acertada la elección <strong>de</strong>l portero <strong>de</strong>l<br />

hotel. Boleslas parecía conocer todas las casas ante las que<br />

pasaban. Sobre todo los palacios, que dieron al visitante la clave<br />

<strong>de</strong>l sobrenombre <strong>de</strong> Varsovia: había tantos como en Roma. En<br />

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