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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

espíritu familiar incluso le hacía cerrar los ojos cuando alguno<br />

<strong>de</strong> los visitantes <strong>de</strong>cidía llevarse un mo<strong>de</strong>sto recuerdo. Y, tras<br />

una breve conversación con la superviviente, el príncipe se<br />

sintió inclinado a compartir la opinión <strong>de</strong> Celina: Mina, a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> holandés, hablaba cuatro lenguas, y poseía una cultura<br />

artística excelente.<br />

Dando por finalizada su justa oratoria, Morosini <strong>de</strong>cidió<br />

<strong>de</strong>jarle <strong>de</strong>cir la última palabra. Sacó el reloj y, al ver que faltaba<br />

poco para las doce, cogió los guantes y el sombrero <strong>de</strong> encima<br />

<strong>de</strong> un mueble y abrió la puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Mina para<br />

recordarle que iba a comer con un cliente.<br />

Amarrado ante la escalinata, esperaba un motoscaffo recién<br />

estrenado —caoba dorada y cobres relucientes—, soberbio y<br />

anacrónico. Era una <strong>de</strong> las primeras lanchas con motor que<br />

circulaban por la laguna. A Aldo le producía un placer infantil<br />

conducir ese hermoso juguete, dotado casi <strong>de</strong> tanta clase como<br />

una góndola y diseñado por Riva, que lo reafirmaba en la<br />

opinión <strong>de</strong> que había que vivir acor<strong>de</strong> con los tiempos.<br />

Puso el motor en marcha y arrancó suavemente. El Gui<strong>de</strong>cca<br />

trazó una impecable curva sin levantar apenas espuma en el<br />

canal y se dirigió en línea recta hacia <strong>San</strong> Marco.<br />

El tiempo, ese mes <strong>de</strong> abril, era fresco, apacible, y olía a<br />

algas. El príncipe anticuario se llenó los pulmones <strong>de</strong> brisa<br />

marina proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Lido y soltó sus caballos. En la<br />

ensenada, a la altura <strong>de</strong> <strong>San</strong> Giorgio Maggiore, una brigada <strong>de</strong><br />

marineros vestidos con trajes <strong>de</strong> loneta blanca bajaba <strong>de</strong> un<br />

buque <strong>de</strong> guerra provisto <strong>de</strong> cañones grises y fon<strong>de</strong>ado a unos<br />

cables <strong>de</strong>l Robert-Bruce. El barco negro <strong>de</strong> lord Killrenan estaba<br />

efectuando las maniobras <strong>de</strong> salida.<br />

Morosini lo saludó con la mano antes <strong>de</strong> dirigirse hacia el<br />

palacio ducal; iluminado por un sol caprichoso, el edificio<br />

parecía un ancho bordado rosa orlado <strong>de</strong> encaje blanco. Feliz<br />

sin saber muy bien por qué, amarró el barco, saltó al muelle, se<br />

ajustó el nudo <strong>de</strong> la corbata antes <strong>de</strong> saludar cordialmente al<br />

procurador Spinelli, que charlaba con un <strong>de</strong>sconocido al pie <strong>de</strong><br />

la columna <strong>de</strong> <strong>San</strong> Teodoro, sonrió a una bonita mujer vestida<br />

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