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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

en la que malicia y <strong>de</strong>sdén se mezclaban.<br />

—No es usted suficientemente rico.<br />

—Lo soy menos que usted, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, pero más <strong>de</strong> lo que<br />

imagina. Las piedras, históricas o no, son mi especialidad, y<br />

conozco su valor a la cotización actual. Diga un precio y lo<br />

acepto… Vamos, sir Eric, sea generoso: usted tiene la felicidad,<br />

<strong>de</strong>vuélvame la joya.<br />

—Las dos cosas van unidas. Pero voy a ser generoso, como<br />

usted me pi<strong>de</strong>: seré yo quien le pague la suma <strong>de</strong> dinero que<br />

representa la Estrella Azul, a modo <strong>de</strong> in<strong>de</strong>mnización.<br />

Morosini estuvo a punto <strong>de</strong> enfadarse. Ese advenedizo sin<br />

duda pensaba que su fortuna se lo permitía todo. Para calmarse<br />

sacó sin prisas <strong>de</strong>l bolsillo su pitillera <strong>de</strong> oro con el escudo <strong>de</strong><br />

armas grabado, extrajo un cigarrillo y dio unos golpecitos con él<br />

sobre la brillante superficie antes <strong>de</strong> colocárselo entre los labios,<br />

encen<strong>de</strong>rlo y dar una lenta bocanada. Todo ello sin apartar su<br />

mirada glacial <strong>de</strong> su adversario, al que observaba con una<br />

semisonrisa indolente, como si examinara a un animal curioso.<br />

—Sus presuntas tradiciones familiares no impi<strong>de</strong>n que sea<br />

un simple comerciante. Lo único que sabe hacer es pagar: por<br />

una mujer…, por un objeto. Incluso para conjurar la muerte.<br />

¿Cree que se pue<strong>de</strong> poner precio a la vida <strong>de</strong> una madre?<br />

Parece que en este momento la suerte lo acompaña, pero eso<br />

podría cambiar.<br />

—Si espera que monte en cólera, pier<strong>de</strong> el tiempo. En<br />

cuanto a mi suerte, no se preocupe por ella; dispongo <strong>de</strong> los<br />

medios necesarios para hacer que no se tuerza.<br />

—¿El dinero otra vez? Es usted incorregible. Pero tenga en<br />

cuenta esto: la piedra que acaba <strong>de</strong> adquirir empleando unos<br />

medios muy discutibles y que ve como un talismán ha sido la<br />

causa <strong>de</strong> <strong>de</strong>masiados dramas para que pueda dar suerte.<br />

Recuer<strong>de</strong> mis palabras cuándo la suya lo abandone. Adiós, sir<br />

Eric.<br />

Y, sin querer oír nada más, Morosini se dirigió hacia la<br />

puerta <strong>de</strong>l gabinete <strong>de</strong> trabajo, salió y bajó al vestíbulo, don<strong>de</strong><br />

dos lacayos le dieron su sombrero, su bastón y sus guantes.<br />

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