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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

vengan inmediatamente!<br />

—Déjelos que terminen <strong>de</strong> discutir en paz, tía Amélie. Me<br />

temo que todavía tienen para un rato —dijo Aldo,<br />

<strong>de</strong>sembocando en la luz lechosa dispensada por las dos gran<strong>de</strong>s<br />

lámparas <strong>de</strong> pie con globos <strong>de</strong> cristal esmerilado que<br />

iluminaban el inverna<strong>de</strong>ro.<br />

—Aldo… ¿tú aquí? Pero ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> has salido?<br />

—Del Nord-Express, tía Amélie, y vengo a pedirle<br />

hospitalidad, si no es una molestia para usted.<br />

—¿Una molestia? ¡No me hagas reír! ¡Si me muero <strong>de</strong><br />

aburrimiento en este agujero!<br />

El agujero en cuestión era un agradable batiburrillo <strong>de</strong><br />

cañas, a<strong>de</strong>lfas, rodo<strong>de</strong>ndros y otras plantas <strong>de</strong> nombre<br />

complicado, sin olvidar las yucas <strong>de</strong> hojas aceradas como<br />

puñales, algunas palmeras enanas y las inevitables aspidistras.<br />

Todo ello componía un fondo ver<strong>de</strong> y florido sobre el que la<br />

marquesa se recortaba a la manera <strong>de</strong> un personaje <strong>de</strong> un tapiz<br />

medieval. Era una bella anciana, alta, que presentaba cierto<br />

parecido con Sarah Bernhardt. Su masa <strong>de</strong> cabellos rojos y<br />

blancos sombreaba con una especie <strong>de</strong> mullido cojín los ojos<br />

ver<strong>de</strong> musgo, que la edad no parecía dispuesta a hacer<br />

langui<strong>de</strong>cer. Normalmente llevaba vestidos <strong>de</strong> corte princesa,<br />

según la moda lanzada por la reina Alexandra <strong>de</strong> Inglaterra, a<br />

quien la señora Sommières siempre había tomado como<br />

mo<strong>de</strong>lo. Esta vez, su largo cuello ceñido por un camisolín <strong>de</strong> tul<br />

con ballenas salía <strong>de</strong> una profusión <strong>de</strong> tafetán negro, <strong>de</strong>stinado<br />

a disimular el ancho vendaje aplicado alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l torso. Para<br />

atenuar la tristeza <strong>de</strong> la indumentaria, llevaba por encima<br />

largos collares <strong>de</strong> oro combinado con perlas, turquesas y<br />

esmaltes translúcidos, con los que sus hermosas manos<br />

jugueteaban. Para completar el <strong>de</strong>corado, sobre una mesita<br />

había dos o tres copas <strong>de</strong> cristal tallado y una cubitera con una<br />

botella <strong>de</strong> champán: la marquesa acostumbraba a tomar esta<br />

bebida al final <strong>de</strong>l día y quien se presentaba siempre era<br />

invitado a compartir ese placer.<br />

Aldo la besó, luego retrocedió un poco para admirarla<br />

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