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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

voz nasal con acento neoyorquino or<strong>de</strong>nó:<br />

—¡Apártate! Conduciré yo. ¡Y no se te ocurra hacer ningún<br />

movimiento raro!<br />

El cañón <strong>de</strong>l revólver que el hombre apoyaba bajo su<br />

mandíbula era disuasivo. Aldo pasó al asiento contiguo<br />

limitándose a preguntar:<br />

—¿Ha conducido alguna vez un Rolls?<br />

—¿Por qué? ¿Hay un manual <strong>de</strong> instrucciones? Es un coche,<br />

¿no? Entonces funciona como todos.<br />

Morosini imaginó lo que podría <strong>de</strong>cir el chófer Riley <strong>de</strong> esa<br />

increíble blasfemia, pero lo olvidó inmediatamente al abrirse la<br />

otra portezuela y cerrarse alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> sus muñecas un par <strong>de</strong><br />

esposas, tras lo cual le vendaron los ojos con una tupida tela<br />

negra.<br />

—Po<strong>de</strong>mos irnos —indicó una voz barriobajera, que no por<br />

ser parisina era menos antipática.<br />

El hombre que se sentó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l volante <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser un<br />

coloso. Aldo se dio cuenta al notar que su espacio vital<br />

disminuía. El peso —¡horror supremo!— hizo chirriar muy<br />

ligeramente un muelle. El recién llegado apestaba a ron,<br />

mientras que su compañero <strong>de</strong>sprendía unos efluvios <strong>de</strong><br />

perfume oriental barato gracias al cual el aristocrático vehículo<br />

adoptó cierto aire <strong>de</strong> zoco.<br />

El nuevo conductor puso el coche en marcha y metió la<br />

primera, pero tan bruscamente que la caja <strong>de</strong> cambios,<br />

indignada, protestó. Morosini la secundó:<br />

—¿Qué cree que está conduciendo? ¿Un tractor? Ya sabía<br />

yo que a «sir Henry» no le haría gracia.<br />

—¿Sir Henry?<br />

—Entérese, amigo mío, <strong>de</strong> que en la casa Rolls-Royce<br />

llaman así a los motores construidos por ellos. Es el nombre <strong>de</strong><br />

pila <strong>de</strong>l mago que los hizo nacer.<br />

—¿Quieres que haga callar a esta especie <strong>de</strong> esnob? —<br />

gruñó el pasajero <strong>de</strong> atrás—. ¡Me está cargando!<br />

El esnob en cuestión se abstuvo esta vez <strong>de</strong> dar su opinión,<br />

sospechando cómo pensaba el otro imponerle silencio. Se<br />

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