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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

—Yo tampoco. Estoy muy apenado.<br />

Para rehacerse, Massaria bebió un buen tercio <strong>de</strong> su copa;<br />

<strong>de</strong>spués sacó un pañuelo, limpió los anteojos, los colocó <strong>de</strong><br />

nuevo sobre su nariz y finalmente, con un temblor <strong>de</strong> labios<br />

que, siendo con<strong>de</strong>scendientes, podía pasar por una sonrisa,<br />

dirigió a su anfitrión una mirada contrita.<br />

—Perdone. A mi edad, las emociones caen fácilmente en la<br />

ridiculez.<br />

—A mí no me lo parece. Pero hablemos <strong>de</strong> negocios. ¿Cuál<br />

es mi situación?<br />

—Me temo que no muy buena. Como ya sabe, en el<br />

momento <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su padre las finanzas…<br />

—Habían sufrido estragos —dijo Morosini con una pizca <strong>de</strong><br />

impaciencia—. También sé que cuando empezó la guerra ya no<br />

teníamos fortuna <strong>de</strong> antes, y la responsabilidad es en parte mía.<br />

Así que, querido amigo, ahorrémonos los paños calientes y<br />

dígame qué me queda.<br />

—Será rápido: un poco <strong>de</strong> dinero proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>… su<br />

madre, la villa <strong>de</strong> Stra, aunque está hipotecada hasta el<br />

pararrayos, y este palacio, que está limpio.<br />

—¿Eso es todo?<br />

—Sintiéndolo mucho, sí. Pero si he querido verlo cuanto<br />

antes es porque quizá tenga un remedio.<br />

Aldo no escuchaba. Pensativo, había ido a por la botella <strong>de</strong><br />

tokay y se dirigía con ella hacia la chimenea tras haberle<br />

ofrecido otra copa al notario, que la rechazó con la mano. Se<br />

esforzaba en poner a mal tiempo buena cara, pero en realidad<br />

se sentía abrumado: su palacio, uno <strong>de</strong> los más gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

Venecia, exigía sumas consi<strong>de</strong>rables para su mantenimiento,<br />

pues, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la erosión que sufría la ciudad a causa <strong>de</strong>l<br />

agua, necesitaba mucho personal, y cuando la villa <strong>de</strong>l interior<br />

—construida por Palladio— se vendiera, seguramente no<br />

quedaría gran cosa para mantener la casa principal, una vez<br />

pagadas las hipotecas. Conclusión: había que encontrar, y<br />

enseguida, una ocupación lucrativa.<br />

Pero ¿qué? Aparte <strong>de</strong> montar a caballo, bailar, jugar al golf,<br />

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