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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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Juliette Benzoni<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> saludar educadamente al viajero, le preguntó si<br />

<strong>de</strong>seaba algo. Aldo estuvo tentado <strong>de</strong> preguntarle dón<strong>de</strong><br />

viajaba la familia Solmanski, pero enseguida pensó que saberlo<br />

no le serviría <strong>de</strong> nada y respondió negativamente. El<br />

funcionario <strong>de</strong> uniforme marrón se retiró <strong>de</strong>seándole que<br />

pasara una buena noche, se dirigió al asiento que tenía<br />

reservado en el otro extremo <strong>de</strong>l vagón y se puso a escribir en<br />

un gran cua<strong>de</strong>rno. En ese momento, varias personas pasaron<br />

ruidosamente en dirección al vagón restaurante y una <strong>de</strong> ellas,<br />

un hombre corpulento con un traje a cuadros, <strong>de</strong>sequilibrado<br />

por el traqueteo <strong>de</strong>l tren, pisó a Morosini, masculló una vaga<br />

disculpa con una risa tonta y prosiguió su camino. Molesto y<br />

poco <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> aguantar lo mismo a la vuelta, Aldo se metió<br />

en su cabina, corrió el pestillo y empezó a <strong>de</strong>snudarse. Se puso<br />

un pijama <strong>de</strong> seda, zapatillas y una bata, y abrió el armariolavabo<br />

para lavarse los dientes. Después se tumbó en la litera<br />

para intentar leer una revista alemana comprada en la estación<br />

que no tardó en parecerle tanto más aburrida cuanto que no<br />

conseguía centrar la atención en las <strong>de</strong>sgracias <strong>de</strong>l <strong>de</strong>utschmark,<br />

entonces en caída libre. Entre el texto y él, no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ver la<br />

mirada <strong>de</strong> Anielka. ¿Era fruto <strong>de</strong> su imaginación la llamada <strong>de</strong><br />

angustia que le había parecido leer en ella? Pero, si estaba en lo<br />

cierto, ¿qué podía hacer?<br />

A fuerza <strong>de</strong> pensar en ello sin encontrar una respuesta<br />

válida, empezaba a adormilarse cuando un ligero ruido lo<br />

<strong>de</strong>spertó. Volvió la cabeza hacia la puerta, cuya manivela vio<br />

moverse, inmovilizarse, moverse <strong>de</strong> nuevo, como si la persona<br />

que estaba al otro lado dudara. Aldo creyó oír un débil gemido,<br />

una especie <strong>de</strong> sollozo contenido.<br />

Sigilosamente, se levantó <strong>de</strong> un salto, <strong>de</strong>scorrió el pestillo<br />

sin hacer ruido y abrió con <strong>de</strong>cisión: no había nadie.<br />

Salió al pasillo, que ya estaba a media luz, no vio nada en el<br />

lado <strong>de</strong>l empleado <strong>de</strong>l ferrocarril, que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haberse<br />

ausentado, pero en el otro distinguió a una mujer envuelta en<br />

una bata blanca que se alejaba corriendo. Una mujer cuyos<br />

largos cabellos claros le llegaban casi hasta la cintura y a la que<br />

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