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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

A medianoche, cuando los lacayos con pelucas empolvadas<br />

abrieron las ventanas para que pudieran escuchar las<br />

campanadas y los cánticos <strong>de</strong> los niños apiñados en góndolas,<br />

le besó la mano <strong>de</strong>seándole una Navidad tan luminosa como la<br />

que él estaba viviendo gracias a ella. Entonces ella sonrió.<br />

Más tar<strong>de</strong> bailaron. Después, la con<strong>de</strong>sa le permitió<br />

acompañarla y entonces Aldo se atrevió, con una voz vacilante<br />

que no reconocía como suya, a hablarle <strong>de</strong> amor y a intentar<br />

traducir la pasión que había encendido en él. Ella lo escuchó sin<br />

<strong>de</strong>cir nada, con los ojos cerrados, tan inmóvil en la mullida<br />

suavidad <strong>de</strong> su capa <strong>de</strong> chinchilla que él creyó que estaba<br />

dormida. Desconsolado, se calló. Entonces ella entreabrió sus<br />

largas pestañas sobre el lago claro <strong>de</strong> su mirada para susurrar,<br />

apoyando la cabeza titilante en el hombro <strong>de</strong>l príncipe:<br />

—Continúe. Me gusta oírle.<br />

Un instante <strong>de</strong>spués, él tomaba su boca, y un poco más<br />

tar<strong>de</strong>, en la antigua y encantadora casa que la joven poseía en el<br />

Campo <strong>San</strong> Polo, hacía caer el vestido <strong>de</strong> color luna y hundía su<br />

rostro en la masa liberada <strong>de</strong> una cabellera <strong>de</strong> seda clara, sin<br />

acabarse <strong>de</strong> creer el fabuloso regalo <strong>de</strong> Navidad que le hacía el<br />

<strong>de</strong>stino: poseer a Dianora la misma noche <strong>de</strong> su primer<br />

encuentro.<br />

Siguieron unos meses: un <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> loca pasión vivido<br />

entre el perfume <strong>de</strong> los naranjos <strong>de</strong> una villa <strong>de</strong> Sorrento, cuyos<br />

jardines <strong>de</strong>scendían hasta el mar, don<strong>de</strong> a los dos les gustaba<br />

bañarse <strong>de</strong>snudos bajo las estrellas, y luego en un pequeño<br />

palacio enterrado bajo las a<strong>de</strong>lfas a orillas <strong>de</strong>l lago <strong>de</strong> Como. La<br />

pareja había, huido <strong>de</strong> Venecia y sus miles <strong>de</strong> miradas<br />

<strong>de</strong>spreciativas. A<strong>de</strong>más, Aldo no quería ofen<strong>de</strong>r a su madre, y<br />

sabía que le daba miedo esa relación con una mujer consi<strong>de</strong>rada<br />

peligrosa.<br />

No obstante, con la embriaguez <strong>de</strong> los primeros días,<br />

ofreció a Dianora convertirse en princesa Morosini, propuesta<br />

que la joven rechazó alegando, no sin razón, que los tiempos no<br />

eran favorables al matrimonio. Des<strong>de</strong> hacía unos meses, corrían<br />

<strong>de</strong> una punta a otra <strong>de</strong> Europa rumores siniestros, como nubes<br />

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