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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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La Estrella Azul<br />

estaba en el interior <strong>de</strong> aquel vehículo. Aldo contuvo un grito<br />

<strong>de</strong> entusiasmo: la cara que había aparecido tras el cristal era la<br />

<strong>de</strong> Marie-Angéline du Plan-Crépin, lectora, señorita <strong>de</strong><br />

compañía y chica para todo <strong>de</strong> la señora Sommières. Si ella<br />

estaba allí, eso significaba que la anciana dama no andaba lejos.<br />

Morosini salió <strong>de</strong>l coche <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pedido al taxista<br />

que esperase un poco más y se precipitó hacia ella con tanta<br />

alegría como si hubiera sido el <strong>San</strong>to Grial y él el caballero<br />

Galaad.<br />

—¿Usted aquí? ¡Qué suerte tan inesperada, Dios mío!<br />

Como había empezado a oscurecer, ella no lo reconoció<br />

enseguida y retrocedió hasta la puerta santiguándose varias<br />

veces.<br />

—Pero, señor, su comportamiento es inconcebible…<br />

Por suerte, el farolero acababa <strong>de</strong> llegar y la escena se<br />

encontró enseguida mejor iluminada. De pronto, la solterona<br />

indignada se transformó en tórtola arrulladora.<br />

—¡Jesús bendito! ¡El príncipe Aldo! —dijo en un tono<br />

cercano al éxtasis—. ¡Qué increíble sorpresa! Nuestra querida<br />

marquesa se va a poner contentísima.<br />

—Entonces, ¿está todavía aquí? Yo creía que ya se había ido<br />

a hacer su recorrido habitual.<br />

—Me temo que este año va a ser difícil. Nuestra querida<br />

marquesa sufrió una <strong>de</strong>sgraciada caída en el cuarto <strong>de</strong> baño y<br />

se rompió tres costillas; <strong>de</strong>be hacer todo el reposo posible, lo<br />

que no contribuye a mejorar su humor.<br />

—En tal caso, quizá no sea un momento a<strong>de</strong>cuado para<br />

importunarla. Debe <strong>de</strong> necesitar mucha tranquilidad.<br />

Empezaban a caer una gotas, y la señorita Angéline,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> levantar una mano <strong>de</strong>senguantada para asegurarse<br />

<strong>de</strong> que llovía, abrió el gran paraguas puntiagudo que llevaba.<br />

—Eso es lo que dice el médico, pero no lo que ella cree. Su<br />

visita va a colmarla <strong>de</strong> alegría. Se aburre mortalmente.<br />

—¿De verdad? ¿Cree que aceptará albergarme aquí unos<br />

días? Acabo <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong> Polonia, no reservé habitación en mi<br />

hotel habitual y resulta que está completo, y la verdad es que<br />

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