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Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos

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constituyen el 29,7% de la población rural, y otras 300 mil cuentan con un pedazo de terreno o lo tienen en<br />

cantidad insuficiente.<br />

El resultado de esta injusticia, reflejada en toda la población, es que casi el 40% del sector rural vive en<br />

situación de pobreza y de pobreza extrema y el 15% de la población padece algún grado de desnutrición.<br />

Estas estadísticas, aunque necesitadas de una actualización que apunta a un peor panorama, sirven por lo<br />

menos para tener una idea de la tragedia que vive la población rural.<br />

El desorden campea en lo relativo a la tenencia de la tierra por la falta de un catastro que pudiera ayudar a<br />

un control razonable y la corrupción de gobiernos y de los poderes Judicial y Legislativo. Las informaciones<br />

disponibles hablan de otorgamiento y venta de tierras a extranjeros tras el fin de la guerra con Uruguay,<br />

culminada en 1870, así como de la distribución fraudulenta de 11 millones de hectáreas por el dictador<br />

Alfredo Stroessner (1954-1989) a amigos, militares, socios de negocios sucios y hasta amantes.<br />

La Comisión Verdad y Justicia reveló que 7.851.295 hectáreas mal habidas, el 19% del territorio nacional,<br />

fueron distribuidas de forma irregular entre 1954 y el 2003, período que gobernó el dictador Stroessner y<br />

durante administraciones de la Alianza Nacional Republicana (Partido Colorado).<br />

Todo esto ayudó a sentar bases para la agricultura de exportación a gran escala como se practica hoy y a la<br />

posesión por políticos y otros favorecidos de millones de hectáreas de las denominadas tierras mal habidas.<br />

Por supuesto, la exclusión social de las comunidades campesinas e indígenas es altamente preocupante y su<br />

bajo nivel de vida progresa gracias a la mecanización, la agricultura extensiva dedicada a la exportación y la<br />

existencia de más de 26 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería, actividad preferida por los<br />

latifundistas.<br />

La expulsión de campesinos de sus tierras y hasta la utilización de todo tipo de violencia contra ellos,<br />

incluyendo los crímenes ejecutados por bandas armadas privadas al servicio de los geófagos, conforman<br />

todo este triste panorama rural en Paraguay. Estos antecedentes explican porqué se ha llegado a extremos<br />

de continuas ocupaciones de tierras por parte de desesperadas familias campesinas. Hay que partir de la<br />

base de que el 42% de los paraguayos viven en las zonas rurales, algo bastante lógico por la gran cantidad de<br />

terrenos improductivos y el hecho de que la nación cuenta con poco más de seis millones de habitantes.<br />

Las tensiones generadas en la última semana de enero pasado por el conflicto de tierras en Ñacunday, este<br />

de Paraguay, reavivaron el viejo problema y sus contradicciones. El enfrentamiento entre productores de<br />

origen brasileño y campesinos paraguayos generó tensión y algunos exabruptos, pero no llegó a correr la<br />

sangre como pretendieron algunos políticos y medios de comunicación.<br />

Los colonos y los llamados carperos (porque viven en carpas) sin tierra mantenían una disputa por la<br />

posesión de miles de hectáreas de terrenos cultivables en los distritos de Ñacunday, Santa Rosa del Monday<br />

y Cedrales, departamento de Alto Paraná. Entre las propiedades bajo sospecha están las 12 mil hectáreas<br />

que se adjudica Tranquilo Favero, considerado el “rey” de la soya en Paraguay, donde el 64% de la superficie<br />

agrícola del país está destinado a ese cultivo.<br />

El ex ministro de la Secretaría de Información y Comunicación (Sicom) Augusto Dos Santos reveló que en<br />

2009 dos abogados presentaron ante la Fiscalía General los documentos en los cuales reconocen la<br />

existencia de tierras públicas con títulos apócrifos. “Existen dudas sobre la legalidad de los títulos de los<br />

actuales dueños y este procedimiento busca aclararlas”, expresó al referirse a la mesura judicial impulsada<br />

por el Poder Ejecutivo.<br />

Comentó que las tierras de Ñacunday son un caso paradigmático, al ser posesiones arrebatadas al Estado<br />

paraguayo tras la guerra de exterminio de la Triple Alianza (1864-1870) y fueron recuperadas en 1958 con<br />

sentencia definitiva de la Corte Suprema de Justicia. El secretario de Estado manifestó que “estamos<br />

esperando los resultados de los trabajos de deslinde a cargo del Servicio Geográfico Militar y si existen<br />

irregularidades en la forma del procedimiento serán investigadas y aclaradas (las tierras) como<br />

corresponde”.<br />

El decreto 7525/2011 sobre la ley de seguridad fronteriza faculta en su artículo cuatro al Ministerio de<br />

Defensa a inventariar las condiciones de dominio de los inmuebles rurales como parte de la Comisión<br />

Interinstitucional Zona de Seguridad Fronteriza. La disposición señala que el personal militar queda<br />

plenamente autorizado para ejercer la función indicada, en coordinación con el servicio nacional de catastro<br />

y el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra.<br />

Precisamente la presencia de uniformados en la zona agudizó las contradicciones entre productores y<br />

campesinos, cuando los militares comenzaron a realizar mediciones, según los colonos, sin orden de la

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