Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos
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En los últimos dos años, un conjunto de organizaciones sociales de la Sierra Norte de Puebla ha identificado<br />
una serie de “nuevas amenazas” que se cierne sobre el territorio, y que tiene que ver con la concepción<br />
dominante de desarrollo. El modelo de desarrollo que se pretende imponer en la región tiene múltiples<br />
aristas que no sólo ponen en juego a la agrobiodiversidad tradicional sino, en general, al modo de vida<br />
indígena-campesino que resiste día con día y se reproduce en circunstancias subalternas. Cada una de estas<br />
amenazas constituye el despliegue del proceso de “espacialización” capitalista en la región.<br />
A partir de la contaminación transgénica del maíz nativo detectada en la sierra desde el 2003, del avance de<br />
la explotación minera a cielo abierto que se ha desarrollado en tiempos recientes y de la reconversión<br />
productiva orientada a la generación de biocombustibles, las organizaciones de base en la región serrana<br />
han emprendido la resistencia organizada frente a una de las imposiciones más novedosas que amenazan<br />
con avasallar los agroecosistemas locales: la construcción de 50 ciudades rurales que han sido anunciadas<br />
por el actual gobierno estatal, y que se construirán a lo largo y ancho de Puebla.<br />
El proyecto de ciudades rurales se enmarca en las políticas estatales de “combate a la pobreza” y tiene como<br />
objetivos centrales dotar a los nuevos habitantes de estos núcleos poblacionales de servicios como “agua,<br />
energía eléctrica, drenaje, alcantarillado, alumbrado público y calles, además de escuelas, establecimientos<br />
comerciales, centros de salud y espacios públicos”. Al instrumentar esta estrategia, se busca reducir el<br />
presupuesto que eroga el gobierno estatal para dotar de estos servicios a las poblaciones dispersas en las<br />
regiones rurales.<br />
Es importante señalar que, hasta donde la información disponible permite advertir, este proyecto forma<br />
parte de una estrategia para abatir la “dispersión demográfica” de las comunidades campesinas e indígenas.<br />
Esto supone partir de un binomio: el de la dispersión-marginación. Por un lado, se asume que dotar de<br />
infraestructura básica a las comunidades dispersas implica un gasto que no resulta factible desde una<br />
racionalidad fundada en la lógica costo-beneficio. Por otro, se parte de un supuesto adicional: la población<br />
campesina-indígena es pobre debido a que está dispersa de manera caótica en caseríos.<br />
La Sierra Norte del estado ha sido visualizada como el escenario del proyecto piloto. Éste se llevará a cabo<br />
en el municipio de Zautla, en San Miguel Tenextatiloyan, la comunidad que se encuentra a pie de carretera<br />
hacia la ciudad de Zacapoaxtla. El gobierno estatal anunció un presupuesto tripartito para desarrollar el<br />
proyecto: 200 millones de pesos, aportados por el gobierno estatal, el gobierno federal y Fundación Azteca.<br />
Además de la Sierra Norte, se consideran las otras dos regiones que tienen mayor presencia de población<br />
indígena: la Sierra Nororiental y la Sierra Negra.<br />
Los antecedentes de las ciudades rurales en el estado se remontan a 1999. A raíz de las lluvias que se<br />
suscitaron en la sierra, provocando la destrucción de las parcelas y de muchos poblados, el gobierno estatal<br />
promovió, junto con la Fundación Amparo, la edificación de la Unidad Habitacional Manuel Espinoza Yglesias<br />
(UHMEY), en el municipio de Zacatlán. Los recintos se construyeron para ser habitados por los damnificados<br />
nahuas, totonacos y mestizos de diversos municipios afectados severamente por las lluvias. Las familias<br />
reubicadas tuvieron que dejar sus parcelas y sus comunidades de origen para vivir en casas de 40 metros<br />
cuadrados, que fueron construidas con materiales de muy baja calidad.<br />
Doce años más tarde, ya sin el argumento de que se trataba de una política para enfrentar los “desastres<br />
naturales”, el proyecto de las ciudades rurales tomó como fundamento el proceso iniciado en Chiapas. Hasta<br />
el momento, la selección de las comunidades se ha hecho a partir de un análisis estadístico y geográfico, sin<br />
tomar en cuenta la opinión de las comunidades a las que se pretende reubicar. Sin embargo, una vez que se<br />
inicia el proceso, como en Zautla, se examinan la disponibilidad de la población, las oportunidades, los<br />
riesgos y los escenarios alternativos.<br />
Uno de los primeros actores que se pronunció al respecto es el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural<br />
(CESDER), ubicado en el municipio de Zautla. En un pronunciamiento dirigido a los gobiernos estatal y<br />
municipal, fechado el pasado nueve de mayo, el organismo declaró que existe una carencia de información