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Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos

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En su ensayo sobre “Cosas que todo norteamericano debía conocer acerca de la Deuda Nacional” (Things<br />

That Every American Should Know About The National Debt), Mike Snyder recuerda que Estados Unidos<br />

tardó más de 200 años para acumular el primer billón de dólares en su deuda nacional; la llevó a 2 billones<br />

en 1986; en 1992 la aumentó a 4 billones y en 2005 se montó en 8 billones de dólares. Ahora, la deuda<br />

nacional de Estados Unidos está a punto de cruzar la marca de 16 billones. “¿Por cuánto tiempo podrá<br />

continuar este crecimiento exponencial?”, se pregunta el autor.<br />

Según otros economistas estadounidenses, Joseph E. Stiglitz -Premio Nobel de Economía- y Linda J. Bilmes -<br />

profesora de la Universidad de Harvard-, la invasión de Irak costó tres mil millones de dólares a los<br />

contribuyentes estadounidenses y la guerra contra Afganistán otro tanto, lo que indica que esas acciones<br />

bélicas, en su conjunto, duplicaron la deuda pública de Estados Unidos.<br />

La deuda nacional per cápita de Estados Unidos es mayor que la de Grecia, Portugal, Italia, Irlanda o España.<br />

Representa más de la tercera parte de lo que suman las deudas oficiales de todos los países del mundo. Es<br />

hoy 22 veces mayor que cuando gobernaba James Carter y se pronostica que sobrepasará los 23 billones de<br />

dólares en 2015. Según un reciente análisis del FMI, la deuda oficial de Estados Unidos en 2050 será cuatro<br />

veces mayor que su Producto Interno Bruto (PIB). Entre 2007 y 2010, el PIB de Estados Unidos ha crecido<br />

sólo 4.26%, en tanto que la deuda se incrementó un 61%.<br />

Es por ello que no hay dinero para Seguridad Social, Medicare, Medicaid, cupones de alimentos, atención al<br />

medio ambiente ni para la red de seguridad social.<br />

Pero a Washington esta situación no parece quitarle el sueño. Prueba de ello son el financiamiento y<br />

organización de conflictos encaminados al derrocamiento de los gobiernos nacionales en Libia y Siria; la<br />

intromisión sistemática en los asuntos internos de todos aquellos países que no someten sus soberanías a la<br />

hegemonía imperial y sus incesantes acciones violatorias del derecho internacional en Pakistán y Yemen.<br />

Súmense los grandes gastos presupuestarios derivados de las peligrosas acciones, preparativos bélicos y<br />

amenazas (encubiertas o evidentes) que supone el desplazamiento de sus fuerzas navales y otros esfuerzos<br />

por rodear a Rusia, China e Irán de bases militares -o sucedáneas de ellas- encaminadas a integrar un cerco<br />

en torno estas naciones, a mediano o largo plazo.<br />

Y si mal andan las cosas en la economía, no le van mejor en asuntos de guerra. Michael Snyder caracteriza<br />

así la reputación que le ha valido al gobierno de Estados Unidos su desempeño en temas bélicos: “Un<br />

gobierno cuyos militares no pudieron, contando con la ayuda de Gran Bretaña, ocupar Irak a ocho años de<br />

haberlo invadido; que fue forzado a poner fin al conflicto poniendo a los “insurgentes” en las nóminas<br />

militares estadounidenses y pagarles para que dejaran de matar soldados norteamericanos; un gobierno<br />

cuyos militares no han podido contener a unos pocos miles de Talibanes en once años, sobrevalora sus<br />

posibilidades cuando organiza una guerra contra Irán, Rusia y China”.<br />

LA DOCTRINA DEL SHOCK: UNA CONTRAHISTORIA DEL NEOLIBERALISMO<br />

por Benedetto Vecchi (Italia)<br />

Sábado, 07 de Julio de <strong>2012</strong><br />

http://www.piensachile.com/secciones/analisis/10122-la-doctrina-del-shock-una-contrahistoria-delneoliberalismo<br />

24.09.2007<br />

Una cosa es cierta. Naomi Klein, tras el éxito de NoLogo, no se ha quedado mano sobre mano. Se puso<br />

nuevamente en ruta, visitando o viviendo por breves períodos en Argentina, Brasil, Sudáfrica, Chile, Bolivia,<br />

Irak, Sri Lanka, Tailandia, Líbano, Rusia y, huelga decirlo, EEUU. Desde esos países ha enviado reportajes y en<br />

esos países ha entrevistado a economistas y a activistas para periódicos como The Guardian, The Nation o el<br />

New York Times. Al propio tiempo, ha acumulado información sobre los cambios operados en el

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