Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos
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paradigmático: transitamos desde una conciencia antropocéntrica instrumental a una conciencia antropobiocentrica.<br />
La misma Navas, que es costarricense, así lo ha expresado: se trata de “un cambio de civilización, de<br />
sensibilidad ambiental, de respeto hacia los otros, hacia la madre tierra y hacia las otras especies… El camino<br />
no es ascendente ni lineal, es circular porque todos somos una unidad y somos parte de un todo del cual nos<br />
alimentamos. A estas alturas de la crisis de la civilización no queda más que desaprender lo aprendido [que<br />
es el ya anacrónico paradigma social de la modernidad]”. Y se preguntaba: ¿se podrá plantear la idea del<br />
buen vivir a nivel global?<br />
Pregunta fundamental. No será fácil, pero es el único camino con futuro. Por lo pronto, la buena noticia, y<br />
guardando las legítimas diferencias, es que nociones como decrecimiento; el crecimiento en estado<br />
estacionario; la retirada sostenible (de James Lovelock); las ideas de Vandana Shiva, inspirada por Ghandi,<br />
en India; creativos y ambiciosos procesos del ecologismo a la manera china; ya sea algunos teóricos y otros<br />
más prácticos, todos están basados en un similar patrón crítico ante la lógica del crecimiento. Y todos<br />
coinciden en la búsqueda de un nuevo buen vivir: en austeridad, en equidad social y en el respeto a los seres<br />
vivos. Y ya que hablamos de China, parafraseemos una bella imagen de Mao: dejad que florezcan mil flores<br />
en el camino de un nuevo buen vivir planetario.<br />
A manera de síntesis, digamos que la mayoría de los observadores que ex post han reflexionado sobre<br />
Río+20, han concluido que en el primer grupo (el oficial), en lo emocional campea el continuismo y la<br />
avaricia, cuya larga memoria los invita a la resignación; en el segundo (los empresarios), reina una suerte de<br />
sincera agitación para buscar un nuevo modelo y sentido de misión que de continuidad a sus<br />
emprendimientos en un mundo que necesita de la sustentabilidad como condición de existencia; y en el<br />
tercero (los ciudadanos planetarios altermundistas), la esperanza es la que nutre y a la vez se alimenta de<br />
nuevas miradas y visiones, aunque siempre con un intenso sentido de desgarro ante la constatación de las<br />
dificultades del parto (en un cambio de época: nace un mundo y muere otro).<br />
4) Quiero evocar una paradójica imagen en el título del discurso inaugural de Río+20: Bienvenidos al<br />
Antropoceno. El término Antropoceno fue creado hace pocos años por Paúl Jozef Crutzen, premio Nobel de<br />
Química (1995). Según Crutzen, el Holoceno, la última época geológica del cuaternario, estaría llegando a su<br />
fin, emergiendo un nuevo periodo geológico cuyo signo es la presión antrópica (humana). En la comunidad<br />
científica se debate si esta nueva era se habría iniciado con la revolución industrial o recién en las últimas<br />
décadas cuando la presión e impacto de las masivas actividades humanos ha alcanzado un portentoso<br />
clímax.<br />
Ese es el dato. La paradoja es que en Río+20 de esa manera se quería describir el inicio de una nueva época<br />
caracterizada por la presión de un modo de vida humano que ha venido alterando los ciclos naturales del<br />
planeta, el frágil equilibrio de lo vivo; pero, al así ocurrir, y esta es la vital paradoja, estamos apurando la<br />
destrucción de ese mismo modo de vida. Paradoja que nos deja inquietantes preguntas de largo aliento:<br />
¿acaso desde el vamos “clausuraremos” la etapa geológica que se inicia, en tanto podríamos dejarla sin el<br />
nosotros? O simplemente así será: ¿un nosotros como apenas tristes observadores con saudade de otra era<br />
y avergonzados por lo que como humanidad hicimos?<br />
De hecho, semanas antes de Río+20, el Programa de la ONU sobre el Medio Ambiente (PNUMA) en su<br />
informe GEO5 concluía que la evidencia científica da cuenta que estamos empujando a los ecosistemas<br />
terrestres y marinos hacia sus límites biofísicos, que las funciones vitales del planeta esta sufriendo cambios<br />
bruscos e irreversibles si la humanidad no cambia de inmediato sus hábitos. Sin embargo, qué absurdo, qué<br />
irónico, pese a ello, como indicábamos, oficialmente en Río+20 poco se hizo en aras de enmendar el rumbo.<br />
En esta inacción hay co-responsabilidad de gobiernos y ciudadanos del norte y del sur, del este y oeste. Y ya<br />
es egoísta y torpe culparse mutuamente por mayores o menores responsabilidades históricas, pues la<br />
urgencia ante el ecocidio de la civilización, so riesgo de consecuencias cada vez más dramáticas, nos plantea