Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos
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En su afán por convencer de su validez, lo que están haciendo es reducir la seguridad ciudadana a un debate<br />
político coyuntural, intentando convertirlo en estratégico, lo que significa un claro retroceso en el sentido<br />
que la política de seguridad es una política de estado y por tanto su definición está o debiera estar mas allá<br />
del debate partidista.<br />
Pero lo mas preocupante es que siguen presentes las bases conceptuales que redefinen un enemigo interno,<br />
apuntando en contra, como lo dice el proyecto de ley, de “quienes alteran el orden publico ocultando su<br />
identidad, que saquean y se aprovechan de las manifestaciones para cometer desmanes”, un enemigo que<br />
en rigor sigue siendo el ciudadano.<br />
Expresada en estos términos, se trata de una vulgar adaptación de la doctrina de la seguridad nacional al<br />
escenario de la seguridad ciudadana y una manera de justificar el ejercicio del poder punitivo del Estado,<br />
bajo la excusa de combatir la delincuencia a través de medios que terminan siendo contrarios al derecho.<br />
Con esto lo que se está haciendo es amenazando al propio sistema penal, validando respuestas de mayor<br />
fuerza y contundencia que permanentemente sobrepasan las estipuladas en la ley, por parte de las<br />
instituciones que tienen a su cargo el ejercicio de la violencia legal, algo que hemos visto progresivamente<br />
con carabineros en las movilizaciones sociales de los últimos dos años.<br />
A partir de esta realidad lo que vemos todos los días es que se esta intentando repetir, obviamente que de<br />
manera distinta, el tipo de violencia que fue ejercida contra quienes en épocas pasadas fueron calificados de<br />
subversivos, las organizaciones políticas y político militares, quienes según la dictadura amenazaban y<br />
ponían en jaque la marcha del sistema. Todo esto se acompaña de un proceso intencionado de construcción<br />
mediática, que centra la atención en la percepción de inseguridad ciudadana y en la amplificación de la<br />
alarma social provocada por la acción del fenómeno criminal.<br />
El progresivo aumento de la criminalidad sin lugar a dudas que nos inquieta a todos, pero esto se resuelve<br />
aplicando la ley existente, con políticas claras y eficientes algo en lo cual el gobierno ha fallado. Pero lo que<br />
es riesgoso por sus consecuencias es que se utilicen los altos índices de criminalidad para generar una suerte<br />
de base social de apoyo, con el fin de extender las políticas de represión a las acciones de movilización social<br />
y a la política opositora, atacando con los medios que el gobierno estime “oportunos” a éstos “nuevos<br />
enemigos” del sistema.<br />
Esta suerte de transición desde un modelo de seguridad nacional a un modelo de seguridad ciudadana, lleva<br />
consigo el ideario de quienes ejercieron el poder político y económico durante el periodo dictatorial, y que<br />
procuran seguir haciéndolo en este nuevo contexto. Un modelo que revive también la discusión ideológica<br />
con quienes pretenden contraponer la libertad y la seguridad, con el falso argumento de que para garantizar<br />
la seguridad conviene a veces limitar la libertad y cercenar derechos.<br />
Así entonces mientras no se elimine la doctrina de la seguridad nacional del ADN de las FFAA y de Orden,<br />
(Carabineros) ésta será siempre un obstáculo para la democracia, porque es contraria a su escencia, que es<br />
el ejercicio de la soberanía popular y el respeto la dimensión ciudadana, que en ultimo termino valida o<br />
invalida su existencia.<br />
En este sentido estamos hablando de un riesgo democrático real que implica que este tipo de políticas<br />
represivas resurjan, como fue señalado antes, a través de la conversión ( abierta o encubierta) de la Doctrina<br />
de la Seguridad Nacional en términos de seguridad ciudadana, instaurando códigos de equivalencia entre el<br />
guerrillero y el extremista de antaño con el estudiante y el opositor al gobierno hoy, tachándolos<br />
arbitrariamente como delincuentes.<br />
Así entonces la doctrina de la seguridad nacional, que debió eliminarse apenas se inicio el proceso de<br />
transición postdictadura, que fue el eje que promovió el uso de la violencia estatal más allá de los límites<br />
prefijados por el Estado de Derecho, emerge nuevamente a través de las posiciones que claman por una<br />
mayor represión de la delincuencia como estrategia de contención del movimiento social.