Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos
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migrantes en arribar y ninguno podía decir todavía que fuera territorio suyo ni un solo pedazo de asfalto en<br />
aquella ciudad compleja plagada de afroamericanos, mexicanos o coreanos.<br />
Aun así, hablar hoy de stoners en la Mara Salvatrucha es invocar lo puro, lo radical, lo auténtico. En la Mara,<br />
que tiene la memoria borrosa de las tradiciones orales, se suele decir que ya no queda vivo ninguno de<br />
aquellos pioneros, pero aún hay pandilleros que aseguran con aparente desinterés haber entrado al juego<br />
en aquellos días, conscientes de la herencia de prestigio que eso deja. Los pasados borrosos abundan en la<br />
constante guerra por el respeto que se libra en las pandillas.<br />
La policía de Los Ángeles tiene memoria de la existencia de grupos de la Mara Salvatrucha Stoners en 1975.<br />
Investigadores como Tom Ward, de la Universidad de California, han constatado la fundación de pequeñas<br />
clicas o núcleos de stoners de la MS en 1978.<br />
No hay certeza de cuál fue su primer asentamiento, pero algunos veteranos salvatruchos angelinos cuentan<br />
que a finales de los 70 una docena de stoners comenzaron a reunirse habitualmente en el Seven Eleven que<br />
aún existe en el cruce de Westmoreland Avenue y James M. Wood Street. Esa, la Seven Eleven, fue<br />
probablemente la primera clica de la Mara Salvatrucha. Todavía hay, en Los Ángeles y en El Salvador,<br />
pandilleros que se brincaron años después y pertenecen a ella.<br />
Los salvatruchos se sentían malvados. Vestían jeans ajustados y rotos a la altura de las rodillas, camisas<br />
negras con portadas de discos de ACDC, Led Zeppelin o Kiss, y largas melenas que gritaban rebeldía. Se<br />
involucraban en peleas con grupos similares, robaban caseteras de carro y se hacían respetar en escuelas<br />
como la Berendo Middle School, a cuatro cuadras del cruce entre Normandie Avenue y Pico Boulevard.<br />
Algunos incluso presumían de ser satánicos mientras cantaban Hell Bent for Leather, de Judas Priest. Pero<br />
apenas tenían más horizonte y ambición que sentirse fuertes e ir juntos al próximo concierto y levantar el<br />
puño simulando con los dedos un par de cuernos. De momento.<br />
Miembros de la clica Western Locos de la Mara Salvatrucha Stoners a mediados de los 80 en Los Ángeles.<br />
Uno de ellos, el Puppet, regresó años después a El Salvador y vivió en la colonia Amatepec de San Salvador,<br />
donde murió asesinado.<br />
***<br />
En la primavera de 1984 la cercanía de la inauguración de los Juegos Olímpicos hizo que la alcaldía de Los<br />
Ángeles decidiera barrer de sus calles todo aquello, y a todos aquellos, que pudieran ensuciar la fotografía<br />
de lo que debía ser una demostración de la superioridad deportiva y social de occidente sobre el enemigo<br />
soviético.<br />
En plena Guerra Fría, cuatro años después del boicot estadounidense a los Juegos de Moscú, Ronald Reagan<br />
quería que los de Los Ángeles no solo pasaran a la historia como los primeros Juegos rentables y organizados<br />
por una corporación privada, sino como un escaparate de la armonía social prometida por la receta única<br />
del modelo capitalista.<br />
En un planeta atenazado por la amenaza nuclear, Los Ángeles debía ser una ciudad segura. Y esa seguridad<br />
pasaba por limpiar de pandillas el Centro-Sur y el Oeste de la ciudad, aunque fuera por unas semanas. Las<br />
calles se militarizaron. Hubo redadas y planificadas detenciones masivas. Los sospechosos habituales fueron<br />
encarcelados. Los cabecillas de las principales pandillas latinas, negras y asiáticas de la ciudad estaban entre<br />
ellos.<br />
La Chele ya era por esos días miembro de la Mara Salvatrucha y vestía como una stoner. Aunque nació en El<br />
Salvador, se crió en Los Ángeles. A los 8 años soportó burlas de otras niñas porque, aunque hablaba mejor<br />
inglés que castellano, no sabía jugar a las Cuatro Esquinas, un típico juego infantil estadounidense. A los 11