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Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos

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3) Me he detenido en lo anterior, porque cuando bajamos el perfil a la urgencia por resolver la gran<br />

contradicción de nuestro tiempo, que es la crisis ecológica, una de cuyas expresiones es el cambio climático<br />

global antropogénico y la destrucción de la biodiversidad y escasez de agua asociada, y se hace poniendo<br />

muy tradicionalmente el foco en la pobreza o en las diferencias entre norte y sur, estamos a un tris de<br />

contribuir a la inacción.<br />

Intuyo que precisamente esto –y, por favor, soy consciente de la responsabilidad mayor de los avaros del<br />

mundo uníos- es lo que en parte llevó a que al menos en la reunión oficial de los gobiernos en Río+20 no se<br />

acordara nada significativo en lo que hoy realmente urge. En un encuentro convocado para tomar medidas<br />

ante la destrucción planetaria, oficialmente apenas se terminó por decir la obviedad aquella que el<br />

problema actual más acuciante es la pobreza, olvidándonos que estamos ante una crisis de continuidad<br />

causada por nosotros.<br />

No quiero ser mal entendido, sin duda, la pobreza material es un inmenso dolor social. Solo digo que<br />

relevarlo en forma reduccionista, en el contexto de Río+20, por decir lo menos resulta engañoso. Primero,<br />

porque la pobreza material es de larga data, tal vez el problema social más agudo en el mundo moderno y<br />

aún desde más atrás. Segundo, porque lo cierto es que hoy comparativamente con el ayer vivimos en una<br />

sociedad de la abundancia, todo a costa de la sobreexplotación de la biosfera, siendo, en rigor, la extrema<br />

desigualdad o inequidad en la distribución de esa abundancia nuestro real problema generador de la<br />

pobreza material.<br />

Estos matices conceptuales son relevantes. Pues permiten ir precisando, en la actual crisis ecológica, la<br />

magnitud de los desafíos y la prioridad de las soluciones. Por ejemplo, permite situar que el crecimiento<br />

descontrolado de la población es algo muy grave. El creced, multiplicaos y poblad la Tierra alentado por una<br />

tribu patriarcal y nómada hace miles de años, en el presente como Historia carece de toda racionalidad y<br />

sentido. Asimismo permite enfatizar que la inequidad social (la mala redistribución) y el incentivo a la<br />

superación de la pobreza vía el consumismo, aceleran el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.<br />

Ambos temas nada triviales.<br />

De esas precisiones se desprende la relevancia de un tema profusamente tratado en la reunión paralela de<br />

los pueblos en Río+20: el re-impulso del antiguo concepto bio-regiones, o lo que es lo mismo, una nueva<br />

política y gestión económica, social y cultural de los pueblos en sus territorios (integrados por el patrón de<br />

sus ecosistemas) como única manera de contribuir a la superación de las desigualdades entre distintas<br />

zonas. El desafío no es mirar lo bien o mal que viviría otro territorio para luego imitarle acríticamente o<br />

exigir transferencias de recursos, sino que, en una creativa demanda política, co-construir un nuevo y<br />

diferente buen vivir en nuestros espacios territoriales, en los ecosistemas, en las bio-regiones. Hoy, el riesgo<br />

social más acuciante está siendo y será la migración masiva entre regiones que in crescendo conllevará el<br />

cambio climático en las próximas décadas. Y si acaso ese devenir se intersecta con una humanidad aún<br />

dividida entre regiones, países e incluso barrios, donde en un lado viven los que tienen hambre y en el otro,<br />

separados ya sea por muros o fronteras, viven los que tienen miedo (y parafraseo una imagen que años ha<br />

surgió de la inventiva de Galeano a propósito de la exclusión social en las ciudades), sin duda que viviremos<br />

serios y cruentos escenarios de violencia y destrucción social.<br />

Lo anterior, una vez más, nos remite a la urgencia de un cambio de paradigma o de mirada. Es ineludible<br />

transitar hacia una mirada en red y en colaboración, no solo en cuanto a cómo nos relacionamos con los<br />

otros seres vivos, sino que en el modo económico, en el modo de negociar y de relacionarnos entre nosotros<br />

y en la manera de procesar las ineludibles diferencias y conflictos, salvo que creamos que la mejor solución a<br />

las neo crisis socio-ambientales debe ser la barbarie y el retroceso al etnocentrismo más violento (al final<br />

volveremos sobre esto).<br />

Ya lo hemos insinuado una y otra vez, en Río+20 hubo una inequívoca desidia oficial en los gobiernos. Y<br />

también hemos dicho que sí hubo otros espacios muy alentadores, sea por lo consolidador de una nueva

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